martes, 8 de septiembre de 2009

¿QUÉ QUIERES?


¿Qué es lo que realmente quieres en la vida? ¿Qué es lo que verdaderamente deseas? Si eres sincero, si escarbas y profundizas, verás que la respuesta siempre termina en: amar y ser amado. Eso es lo que todos los seres humanos buscamos en verdad. Tal vez por eso la búsqueda incesante de miles de personas por encontrar a una pareja, tal vez por eso la ansiedad con la que mucha gente, jóvenes y no tan jóvenes, desea casarse como autoafirmació n de su búsqueda. Pero no. Por lo menos en mi consulta he visto un interminable desfile de personas que se han casado y así han encontrado de todo, menos eso de amar y ser amados. Y por ello, ya en el matrimonio, sigue la búsqueda por otros lados.

No creo que se halle el amor en el matrimonio ni en una pareja ocasional ni en una actividad determinada ni en alguna religión o ningún otro lado si no se cumple con una premisa que sugiero: el ser humano no puede encontrar lo que no conoce. De tal suerte que si no tenemos conocemos el amor en nosotros y por nosotros mismos, la búsqueda de tal será siempre infructífera. Todo empieza en uno mismo. ¿Quieres amar y ser amado? Pues debes empezar practicando la habilidad de amarte, "ama-habilidad", como ya te lo he comentado hace tiempo. Yo no me puedo imaginar a alguien hostil, agresivo, respondón o respondona, quejumbrosa o quejoso, de rostro amargo, enfermizo, pesimista y chismoso o chismosa, como objeto de amor. Y créeme que no hay que ser terapeuta especializado y muy quisquilloso en el análisis para llegar a esta conclusión. ¿¡Quién va a poder amar a alguien así!? Carambas, ni la persona a sí misma. Recuerdo una de mis consultas de hace unas semanas donde una persona me preguntaba: "...Alejandro, ¿Cómo le hago para encontrar el amor? ¿Qué me recomiendas para que alguien se me acerque y crezca algo lindo?". "Deje de estar chingando y entrometiéndose en la vida de otros, de esa forma se multiplican enormemente las posibilidades de ver y encontrar amor". Punto. Presumo de mis terapias como generadoras de resultados en un tiempo muy breve (en menos de 3 sesiones ya se logran evidentes resultados, y regularmente desde la primera), pero recuerdo que en esta ocasión, la persona en vez de dejar de fregar, me dejó a mí. Así suele pasar cuando se confronta uno con la verdad.

Cuando eres amable con otra persona, no te alegres por lo que le haces a la persona y no te vayas por la oscura tangente de buscar reconocimiento como auténtico deseo en el fondo de tu amabilidad, ¡mejor alégrate por lo que estás haciendo contigo mismo mientras eres amable con la otra persona!, e independientemente de si la otra persona lo valora o no. Así funciona esto, créeme. Cuando decides ser amable, el mayor beneficio está sucediendo en ti. Por supuesto que será algo agradable para la otra persona, pero es transformador para ti mismo. Ser amable es una hermosa manera de amarse a sí mismo. Siempre nos han enseñado que ser amable es fina cortesía y evidente educación y como beneficio para la otra persona, pero con Nueva Conciencia alcanzarás a ver más allá del simple y burdo protocolo social, verás que siendo amable trabajas contigo mismo en una hermosa transformació n enteramente personal. Al ser amable, ahí mismo decides ser de tal manera que tú mismo estás elevando tu frecuencia vibratoria en el campo de tu energía. Cuando eres amable vibras a tan altas frecuencias, que empiezas a permitir que el amor, como energía universal, fluya a través de ti. ¡Ahí sintonizas con la Amorosidad! Y sintonizando con ese mundo, empiezan a ocurrir milagros constantemente en tu vida, y es que es lo natural en esas altas frecuencias. Esto que te digo me consta.

Cuando das algo, desde un amable saludo hasta un regalo, desde un abrazo hasta una llamada telefónica, no se trata de dar un anzuelo para ver si pica la carnada. Eso es lo que quiere tu ego, y por ello, cuando la carnada no pica tu anzuelo maquillado de amabilidad, te molestas. Ahí tu juego psicológico hace que vibres muy, muy lento y sintonices con frecuencias de odio, coraje o enfermedad. Hace unos días me decía un familiar: "...caray, qué payaso aquél que saludé y ni me contestó incluso viéndome!". A lo que recuerdo perfecto haberle respondido: "¿Y?... Si aquella persona te devolvió o no el saludo es su decisión en virtud de sus frecuencias vibratorias en el campo de su energía. Pero tú, mientras amablemente saludaste, de manera total e independientemente de toda respuesta, elevaste tu frecuencia vibratoria de energía para sintonizar con el amor. ¡Te felicito por lo que hiciste contigo mismo!". Durante unos segundos se me quedó viendo como si yo fuera el que no entendió. Pero luego, gracias a esta Nueva Conciencia, dijo: "¡Wow! En verdad me siento mejor entendiendo esto".

Cuando hoy te recomiendo que para amar y ser amado empieces contigo mismo, no te voy a decir los clásicos: "...lo que quieras hacer por otro hazlo por ti, cómprate algo, regálate algo, consiéntete". ¡Va! Eso es para libritos elementales de primero de Kinder, (no tengo nada contra esos libritos, al contrario, son muy útiles en su momento, pero creo que tú y yo estamos para hablar con Nueva Conciencia a un nivel un poco más elevado, física cuántica aplicada a la vida cotidiana en un acto amable), y hoy quiero que te des cuenta de que lo que buscas lo puedes encontrar si tú mismo te conviertes en eso que buscas. ¿Me explico? ¡Es maravilloso! ¿Qué quieres? Pues en eso conviértete. Así de fácil y poderoso. Entonces, ahí mismo lo tendrás, y no frente a ti, sino en ti y todo el tiempo.

Cuando yo mismo me percaté de esto que hoy te comparto, me llevé grandes sorpresas. Primero me di cuenta de que la primera barrera para amar y ser amado se llama ego. Nuestro ego nunca querrá amar y ser amado, nunca. Lo único que desea es ser admirado, cosa tremendamente diferente. Te recomiendo mucho que hagas esta distinción: que te admiren no te garantiza el que te amen. Para que te admiren has de hacer algo admirable. Para que te amen has de ser amable. Punto. ¿Viste la diferencia? A mí me pasó mucho en mi vida. Por hacer aquello a lo que me dedico tan afanosamente, en mi trabajo como conferenciante inspiracional, soy muy admirado y con singular frecuencia.

La verdad no es ninguna virtud, es una lógica consecuencia de este tipo de trabajo hermoso donde los reflectores y micrófonos están contigo. Pero con el tiempo, descubrí que aún siendo muy admirado, muchas, muchas veces no me sentía amado. ¡Waam! Ese ya fue un buen despertar. Se le admira a cualquiera que haga algo admirable, pero de esa forma no se garantiza que se le ame. Y yo no busco ser admirado o reconocido, sino amado. Bien sé que por ahí se afirma que una condición para amar es admirar, de hecho yo mismo lo alcancé a decir en alguna de mis conferencias. Es un buen "gancho" eso de hacer algo admirable para que te volteen a ver y se sepa que existes. Pero hoy, en un siguiente estado de conciencia, me doy cuenta de que no es necesario que los demás sepan que existes, tanto como tú mismo sepas que existes y ya. De hecho, te das cuenta de que existes tu sólo, sin la necesidad de un reconocimiento de alguien, cuando empiezas a ver hacia ti mismo en lugar de los demás, y esto no es egoísmo, es un sano autodescubrimiento donde te sueles encontrar a Dios, e irónicamente en ese divino autodescubrimiento se benefician los demás. Posiblemente te resulte extraño esto, pero pronto verás que así es. Descubres este hallazgo cuando empiezas a ver que puedes no tan solo amarte, sino ser amor. Ahí, se te desprende todo interés en ser admirado. Ahí ya te deja de importar el qué dirán. Ahí solo disfrutas por hacer lo que naturalmente haría el amor, y es que ya lo eres. El amor jamás busca reconocimiento, solo es y se regocija en sí mismo sin buscar nada. Por eso..., ¿Qué quieres? Pues eso sé, y listo.

Cada vez que busques reconocimiento, conciente o inconcientemente, por algo dignamente amable que hagas por alguien o por los demás en general, ahí mismo estás cayendo en una trampa del ego que te imposibilita a amar. ¡Qué increíble, no crees? Tú buscando amor y tu ego cerrándote a toda posibilidad de vivirlo. Tú queriendo vibrar más alto y rápido mientras en la búsqueda de "merecido" reconocimiento vibras lento y bajo. Por eso la gente llega a decir: ya no quiero amar. Porque sufre buscando respuesta. Pero no se da cuenta de que sufre no por amar (¡¡¡Por Dios, amando no se sufre nunca!!!), sino por anhelar respuesta a sus acciones. Deja de buscar y encontrarás. En otras palabras, deja de buscar afuera lo que puedes ser dentro y listo, ahí encuentras. En otras palabras, deja de querer tener y mejor crea; deja de querer tener un amor y mejor crea en ti una frecuencia vibratoria de amor. Esto lo he comprobado y funciona.

Cuando elevas tu frecuencia vibratoria a niveles del amor auténtico, te empiezan a pasar cosas maravillosas, te empiezan a suceder milagros. Sin duda eventos que no quiere tu ego ya que éste no entiende las sorpresas porque solo cree en merecimientos; pero tú espíritu sí se regocija en ellas, en todas las divinas sorpresas de los milagros constantes. Te daré un ejemplo de lo que me acaba de suceder mientras escribía este boletín. Hace unos meses pensaba que lo escribía para ti (incluso sin saber quién eres), y sí, de alguna manera puede funcionar así, pero hoy, en una Nueva Conciencia, lo escribo solo por el entero placer que me da el escribirlo. Hoy sé que mientras escribo estas palabras elevo mi frecuencia vibratoria y eso me es más que suficiente, me siento tremendamente bien por escribir mi verdad hasta el momento donde la conozco. Me fundo entre mis letras y me regocijo de entender lo que pasa en mí. Ahora bien, si esto le sirve a otra persona, ¡qué maravilla!.. .. por la otra persona. Yo por mi parte estoy feliz y amoroso por haberlo escrito. Pero ya no busco gran respuesta más que lo que sucede en mí, y así estoy en paz. Sé que por el simple hecho de elegir solo enfocarme en hacer algo amable, sintonizo con frecuencias de amor y "sin buscar nada".

Esta es una hermosa manera de amarse a sí mismo, convirtiéndose en el amor mismo. Quizá te suene muy romántico e inoperante en la vida cotidiana. Pero hoy sé que es perfectamente operante y tremendamente liberador en la vida del día a día. De una vez por todas descubre que cuando haces algo amable por alguien, el mayor beneficio lo estás recibiendo tú por la frecuencia vibratoria a la que entras y el mundo con el que sintonizas en ese momento. ¡Ah! y de paso esté afirmar que lo mismo sucede siempre, por ejemplo cuando alguien no decide contestar un amable saludo, cuando alguien es hostil con otra persona, erróneamente puede pensar que le está haciendo algún daño a esa otra persona, pero no, el mayor maleficio se lo hace la persona a sí misma por la lenta frecuencia vibratoria a la que entra y el mundo con el que sintoniza en ese momento de su desplante. Tú no le haces nada a nadie, todo te lo estás haciendo tú mismo, independientemente de si le haces bien o no a otra persona mientras tanto. Todo son frecuencias vibratorias de energía a las que tú eliges entrar mientras haces lo que haces. ¿Qué quieres? Pues en eso conviértete y ya estás ahí.

- Alejandro ArizA.

No hay comentarios.: