Hace unos cuantos años atrás dejar Santiago para ir a vivir
a otra región significo un gran cambio para mí. Santiago había sido mi hogar
por toda mi vida. Tenía en mente ir a vivir y trabajar al norte, de modo que debía
adaptarme a un nuevo escenario, a una distinta manera de relacionarse, casi a
una cultura diferente. Iba a perder de vista todo el entorno que conocía hasta
ese instante, y que en cierta manera había hecho estable mi vida. Al inicio, en
mi nuevo entorno me faltaba la seguridad de lo que ya conocía. Muy a menudo me
sentía asustado. En ocasiones después del trabajo me quedaba horas mirando el
mar, sintiendo el ruido de las olas y parte de lo que veía de la ciudad de
Iquique y me sentía perdido. Mis viejos hábitos ya no funcionaban, no lograba
hacerme entender con facilidad con la gente de la oficina en el trabajo. Cambiarse a menudo es
mucho más que comprar un boleto de avión y una gran maleta. Deseaba un cambio
de todo corazón, pero también estaba la cuestión del clima y la idiosincrasia
de los habitantes. Hubo gente bella que hizo que este traslado fuera más fácil,
personas que me apoyaron e hicieron posible la transición.
La transición a veces es el momento más difícil. Nos encontramos
lejos de la situación anterior, pero aun no nos hemos traslado por completo a
la nueva. Hemos perdido la seguridad de lo conocido y no disfrutamos de los
beneficios de lo nuevo. Nos encontramos en una especie de limbo y eso resulta
muy incomodo. En esta fase buscamos en quien confiar y sentirnos seguros de
nuestros propios recursos, y si logramos cambiar nuestra forma de pensar y ver
la situación lograremos sentirnos mejor.
La transición es algo así como esa fracción de segundo en
que das un paso adelante. No estas ni dónde estabas ni dónde vas. Tienes que
hacer un acto de fe sin saber si vas a tener o no un aterrizaje suave. Y esto me recuerda que hay un momento en la película
Indiana Jones y la última cruzada que puede ilustrar perfectamente este
instante de transición. El protagonista se enfrenta a la última prueba antes de
penetrar en el santuario del Santo Grial, la ansiada joya. La necesita con desesperación.
Indiana Jones se encuentra al borde de lo que parece un abismo sin fondo que
tiene que superar para alcanzar su objetivo. El otro lado está demasiado lejos
para llegar de un solo salto, y no hay puente alguno a la vista para cruzar.
Tiene que confiar en que cruzar es posible, aunque él no sepa cómo. Finalmente
da un paso en el vacío, sin saber si hay algo en que apoyarse… y su pie
aterriza sobre un delgado puente de piedra. El puente ha estado ahí todo el
tiempo, solo que él no podía verlo, porque desde su punto de vista, y también
desde el nuestro, la piedra con que el puente está construido y su color se
funden tan perfectamente con las rocas del otro lado que resulta imposible
distinguirlo. Tan solo podemos percibirlo cuando la cámara cambia de ángulo y
nuestro héroe, dando un suspiro de alivio encuentra el punto de apoyo que
necesita para cruzar el abismo.
Muchos de nosotros hemos estado ahí, y hemos aprendido una
gran lección. El ser, la humanidad, la sociedad, las organizaciones, todos
hemos pasado por estas etapas, aunque muchos no lo hayan integrado
adecuadamente. Quizás ahora tu estas en esta etapa de transición y solo ves
bruma y desconcierto.
En la primera fase todo comienza desde el punto de partida
con algún motivo de insatisfacción o un reto. Quieres un cambio. Quieres ser más
feliz, aunque aun no tienes muy claro que es lo que quieres en lugar de lo que
tienes.
En la siguiente fase tendrás que vértelas con tu miedo al
cambio. Ese temor o duda puede mantenerte atrapado en tu difícil situación presente.
Tal vez te sientas paralizado por el miedo e incapaz de reaccionar.
Experimentas frustración, y esa frustración genera aun más insatisfacción.
Pero una vez fuera del círculo del miedo y la frustración,
necesitaras un buen apoyo. Algo, o alguien que te proporcione la estructura adecuada
para apoyarte y ayudarte a avanzar hacia tus objetivos. Una vez que emprendes
la acción llegas al punto crucial: la transición.
Qué duda cabe que las creencias limitadoras pueden ser parte
de los obstáculos que nos impiden en estas circunstancias avanzar. Una vez
superado el punto de transición cambiaremos nuestras creencias sobre nosotros mismos,
sobre los demás y sobre aquello que nos es posible.
El sentimiento de pérdida es otra de las cuestiones que hay
que atender. La perdida puede parecer algo así como una pequeña muerte; ya que quizás
debemos despedirnos de una parte de nosotros mismos. Recuerdo la experiencia de
dejar Santiago para irme a vivir a Iquique. Dejar el lugar donde había vivido
toda mi vida fue una decisión complicada y difícil, muchos de mi círculo
cercano saben las circunstancias; había muchas cosas que valoraba y sigo
valorando. Recuerdo que cambie mi forma de hablar, y comencé a darme cuenta
como pensaba, así que en vez de decir que había perdido muchas cosas, comencé a
decir que había dejado. Perder algo, por el contrario es una opción. Cuando
dejas algo es porque has decidido dejarlo. Cuando comencé a pensar en dejar
Santiago, en vez de perder cosas que valoraba, y en los años que vinieron seguí
eligiendo eso mismo, me resulto mucho más fácil la transición.
Realmente cuando superas la transición, aparece todo un
mundo nuevo al alcance de nuestra mano. Ese fue mi caso en aquel entonces, y comencé
a disfrutar de lo que estaba presente, de todo lo que me rodeaba y comenzaba a
entender y aprender, y así hasta llegar a amar cada segundo de todo aquello.
Hoy también vivo mi propio modelo de transición, como todos
lo hacemos a diario, y digo que vivo el propio porque he aprendido cosas muy
valiosas en esta parte de mi vida. Hoy también estoy de regreso viviendo en
Santiago, y viviendo una nueva transición en ámbitos importantes de mi vida.
Hay mucho que aprender cuando emerges al otro lado de la transición.
Entre otras cosas, el cambio de hábitos. En mi caso no tan solo significo
abandonar viejos hábitos, maneras de ver la vida, de pensar, sino también aprender otros nuevos, como trabajar con otras
personas y compartir mis experiencias.
Finalmente, una vez realizada la transición, nos aguarda
toda una serie de nuevos retos y desafíos a los que hacer frente. Este proceso es
tridimensional. Imagínatelo como una espiral que sale de la pagina moviéndose hacia
arriba, hacia sueños mas allá del sueño que ahora cada uno trata de realizar.
Yo estoy listo para dar el salto al vacío. ¿Tu estas preparada
o preparado?. Nos vemos del otro lado.
Que tengas una excelente semana.
Un abrazo fraternal en la luz del amor
Daniel Miccael Sais
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