martes, 30 de octubre de 2012

La transición



Hace unos cuantos años atrás dejar Santiago para ir a vivir a otra región significo un gran cambio para mí. Santiago había sido mi hogar por toda mi vida. Tenía en mente ir a vivir y trabajar al norte, de modo que debía adaptarme a un nuevo escenario, a una distinta manera de relacionarse, casi a una cultura diferente. Iba a perder de vista todo el entorno que conocía hasta ese instante, y que en cierta manera había hecho estable mi vida. Al inicio, en mi nuevo entorno me faltaba la seguridad de lo que ya conocía. Muy a menudo me sentía asustado. En ocasiones después del trabajo me quedaba horas mirando el mar, sintiendo el ruido de las olas y parte de lo que veía de la ciudad de Iquique y me sentía perdido. Mis viejos hábitos ya no funcionaban, no lograba hacerme entender con facilidad con la gente de la oficina en el trabajo. Cambiarse a menudo es mucho más que comprar un boleto de avión y una gran maleta. Deseaba un cambio de todo corazón, pero también estaba la cuestión del clima y la idiosincrasia de los habitantes. Hubo gente bella que hizo que este traslado fuera más fácil, personas que me apoyaron e hicieron posible la transición.
La transición a veces es el momento más difícil. Nos encontramos lejos de la situación anterior, pero aun no nos hemos traslado por completo a la nueva. Hemos perdido la seguridad de lo conocido y no disfrutamos de los beneficios de lo nuevo. Nos encontramos en una especie de limbo y eso resulta muy incomodo. En esta fase buscamos en quien confiar y sentirnos seguros de nuestros propios recursos, y si logramos cambiar nuestra forma de pensar y ver la situación lograremos sentirnos mejor.
La transición es algo así como esa fracción de segundo en que das un paso adelante. No estas ni dónde estabas ni dónde vas. Tienes que hacer un acto de fe sin saber si vas a tener o no un aterrizaje suave.  Y esto me recuerda que hay un momento en la película Indiana Jones y la última cruzada que puede ilustrar perfectamente este instante de transición. El protagonista se enfrenta a la última prueba antes de penetrar en el santuario del Santo Grial, la ansiada joya. La necesita con desesperación. Indiana Jones se encuentra al borde de lo que parece un abismo sin fondo que tiene que superar para alcanzar su objetivo. El otro lado está demasiado lejos para llegar de un solo salto, y no hay puente alguno a la vista para cruzar. Tiene que confiar en que cruzar es posible, aunque él no sepa cómo. Finalmente da un paso en el vacío, sin saber si hay algo en que apoyarse… y su pie aterriza sobre un delgado puente de piedra. El puente ha estado ahí todo el tiempo, solo que él no podía verlo, porque desde su punto de vista, y también desde el nuestro, la piedra con que el puente está construido y su color se funden tan perfectamente con las rocas del otro lado que resulta imposible distinguirlo. Tan solo podemos percibirlo cuando la cámara cambia de ángulo y nuestro héroe, dando un suspiro de alivio encuentra el punto de apoyo que necesita para cruzar el abismo.
Muchos de nosotros hemos estado ahí, y hemos aprendido una gran lección. El ser, la humanidad, la sociedad, las organizaciones, todos hemos pasado por estas etapas, aunque muchos no lo hayan integrado adecuadamente. Quizás ahora tu estas en esta etapa de transición y solo ves bruma y desconcierto.
En la primera fase todo comienza desde el punto de partida con algún motivo de insatisfacción o un reto. Quieres un cambio. Quieres ser más feliz, aunque aun no tienes muy claro que es lo que quieres en lugar de lo que tienes.
En la siguiente fase tendrás que vértelas con tu miedo al cambio. Ese temor o duda puede mantenerte atrapado en tu difícil situación presente. Tal vez te sientas paralizado por el miedo e incapaz de reaccionar. Experimentas frustración, y esa frustración genera aun más insatisfacción.
Pero una vez fuera del círculo del miedo y la frustración, necesitaras un buen apoyo. Algo, o alguien que te proporcione la estructura adecuada para apoyarte y ayudarte a avanzar hacia tus objetivos. Una vez que emprendes la acción llegas al punto crucial: la transición.
Qué duda cabe que las creencias limitadoras pueden ser parte de los obstáculos que nos impiden en estas circunstancias avanzar. Una vez superado el punto de transición cambiaremos nuestras creencias sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre aquello que nos es posible.
El sentimiento de pérdida es otra de las cuestiones que hay que atender. La perdida puede parecer algo así como una pequeña muerte; ya que quizás debemos despedirnos de una parte de nosotros mismos. Recuerdo la experiencia de dejar Santiago para irme a vivir a Iquique. Dejar el lugar donde había vivido toda mi vida fue una decisión complicada y difícil, muchos de mi círculo cercano saben las circunstancias; había muchas cosas que valoraba y sigo valorando. Recuerdo que cambie mi forma de hablar, y comencé a darme cuenta como pensaba, así que en vez de decir que había perdido muchas cosas, comencé a decir que había dejado. Perder algo, por el contrario es una opción. Cuando dejas algo es porque has decidido dejarlo. Cuando comencé a pensar en dejar Santiago, en vez de perder cosas que valoraba, y en los años que vinieron seguí eligiendo eso mismo, me resulto mucho más fácil la transición.
Realmente cuando superas la transición, aparece todo un mundo nuevo al alcance de nuestra mano. Ese fue mi caso en aquel entonces, y comencé a disfrutar de lo que estaba presente, de todo lo que me rodeaba y comenzaba a entender y aprender, y así hasta llegar a amar cada segundo de todo aquello.
Hoy también vivo mi propio modelo de transición, como todos lo hacemos a diario, y digo que vivo el propio porque he aprendido cosas muy valiosas en esta parte de mi vida. Hoy también estoy de regreso viviendo en Santiago, y viviendo una nueva transición en ámbitos importantes de mi vida.
Hay mucho que aprender cuando emerges al otro lado de la transición. Entre otras cosas, el cambio de hábitos. En mi caso no tan solo significo abandonar viejos hábitos, maneras de ver la vida, de pensar, sino también aprender otros nuevos, como trabajar con otras personas y compartir mis experiencias.
Finalmente, una vez realizada la transición, nos aguarda toda una serie de nuevos retos y desafíos a los que hacer frente. Este proceso es tridimensional. Imagínatelo como una espiral que sale de la pagina moviéndose hacia arriba, hacia sueños mas allá del sueño que ahora cada uno trata de realizar.
Yo estoy listo para dar el salto al vacío. ¿Tu estas preparada o preparado?. Nos vemos del otro lado.
Que tengas una excelente semana.
Un abrazo fraternal en la luz del amor
Daniel Miccael Sais

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