jueves, 19 de marzo de 2015

El Verdadero Poder de tus Pensamientos



¿Te has preguntado por qué te cuesta tanto lograr hacer las cosas? ¡Cualquier cosa!, algo tan simple como llegar puntual a una cita, una reunión o hacer el viaje de tus sueños. O sientes que todo el tiempo llevas sobre ti, eso que llamamos la nubecita negra, haciéndote la vida complicada; parece que todo está en tu contra y que la vida se empeña en ponerte el pie encima y de verdad quieres que esto cambié pero, no tienes ni idea de cómo será posible, esperas que pase un milagro y todo sea claro, simple y bello, pero los días pasan y el milagro no llega. Pues ¿qué crees?, es ahí donde radica el primer error.

Esperamos que  las soluciones a nuestros problemas surjan del exterior. Una persona bondadosa, un héroe, una pastilla mágica. Pero lo maravilloso de esto, es que es más sencillo de lo que crees, el cambio radica en ti, en tu voluntad de querer, en tus acciones, en tus decisiones y sobre todo en tus pensamientos.

Quizá te has percatado en ¿Por qué esa persona logra lo que se propone, y yo no tengo nada? Observa a esa persona. Pero obsérvala de forma  que al hacerlo encuentres las respuestas que buscas; deja de lado la envidia que puedas sentir por ella y observa como luce; por favor ni pienses en peinarte, vestirte, o que tienes que subir o bajar tantos kilos, para lograr verte como él o ella luce. Sin observar cosas banales. Observa su postura, como camina, su sonrisa o expresión facial y corporal, su tono de voz, su forma de comunicarse y dirigirse a los demás, observa como refleja su interior en su exterior.

¿Lograste identificar qué es?; esa persona tiene una buena actitud, una actitud positiva ante la vida, es el reflejo de su interior, seguramente de sus pensamientos positivos. Entonces, vuelves a preguntar y Yo, ¿Cómo puedo lograrlo?

El primer pensamiento del día, es de los más importantes para definir cómo será el resto, si el primero de ellos es, ¡No quiero levantarme!, entonces iniciaras el día forzado  y seguramente sintiendo tu cuerpo cansado, volviéndote intolerante a cualquier situación que pase a tu alrededor, pudiendo ser el inicio de un completo ¡caos!

Sal de tu zona de confort. Por lo que te invito a comenzar a ¡hacer cambios!

Empieza por  tus hábitos relacionados con el cuidado de ti mismo. Así es, tu salud;  si al leer esto último piensas, ¡Que difícil!, es el primer pensamiento negativo convenciéndote de que es imposible, he aquí la primera prueba de voluntad, es aquí donde decides seguir con esa nubecita sobre tu cabeza, o lograr disfrutar de una impecable tranquilidad, paz, seguridad, fortaleza y cualquier otra sensación de bienestar.

Si pasas muchas horas en ayuno, o por el contrario, comes muchos alimentos chatarra, duermes menos de 6 horas diarias o duermes más de 9, y a ello agrégale que ni haces ejercicio, gusto por el cigarrillo y tomarte tus buenos “tragos", no es para menos, que si lo más valioso que tienes, no se siente bien, no podrá darte mucho y te costará aún más lograr cualquier cosa. Por eso, empieza cuidando tu cuerpo, ámalo, respétalo, admíralo y valóralo.

¿Tú que crees que surgió primero?, ¿el huevo o la gallina?, te lo pregunto porque podrás pensar que para comer mejor y hacer ejercicio se requiere de una motivación muy poderosa para empezar, a ese poder se le llama querer! y es el pensamiento positivo más efectivo que hay.

Un cuerpo bien dormido, bien comido y sin sedentarismo hace maravillas por ti; está alerta en todo instante, tus sentidos se sensibilizan, te sientes con energía y lo mejor, hasta te sientes motivado y optimista.

Si tu cuerpo esta vital y saludable entonces estás listo para empezar a ¡Vivir en positivo!
Ahora viene lo más interesante, haz cambios en tu manera de ver el mundo. ¿Te ha pasado que piensas tanto en algo, que se hace realidad?, es ahí donde radica el poder de tus pensamientos.
Si constantemente haces comentarios como: ¡Noooooo, esta nublado!, ¡Hay no, maldito atochamiento!, ¡hay no, se acabó el te!; o siempre tienes algún tipo de miedo: ¿y si se mete alguien a la casa?, ¿Y si tengo un accidente?, ¿Y si me deja de querer? ¿Y si me equivoco? ¿Y si....!!??;  o si criticas todo lo que pasa por tu camino: ¡Qué mal se ve!, ¡Qué país tan estúpido en el que vivimos!, ¡Todo es una porquería!. Y el peor de todos es cuando las críticas las diriges hacia ti mismo: ¡Nada se me ve bien!, ¡No puedo hacerlo!, ¡Es imposible!, ¡No lo lograre!, ¡Jamás tendré eso!
Cada pensamiento que generas es una orden para tu cerebro, el cual lo guardará en su disco duro como una información vital, la cual se transforma en la definición de ti mismo, y por consiguiente se proyectará en una forma de ser  y hacer.

Entonces, cada vez que identifiques que cualquiera de esos pensamientos negativos comienza a surgir, cámbialo en ese mismo instante por pensamientos positivos, productivos y motivantes que promuevan tu salud, tranquilidad, amor, seguridad, paz.

¡Recuerda!, que lo primero que pienses al despertar, dependerá el resto del día que tengas, así que inicia con un:

¡Hoy quiero… !, ¡Hoy haré… !, ¡Hoy lograré… !

Durante el día observa a tu alrededor y busca cosas agradables en los objetos, situaciones, condiciones, personas, acciones y en todo lo que te rodea; afirma, aunque aún todavía no lo creas, ¡Yo soy capaz!, ¡Yo puedo!, ¡Yo sé!,  ¡Yo soy valioso!, ¡Todo está bien!, ¡Tengo fe en mi!, ¡Yo estoy seguro! Y al final, agradece a la vida por todo lo que tienes y recibiste.

Verás de forma instantánea y paulatina cambiar tu vida, será el milagro que has estado esperando,  el cuál surgirá de ti mismo, cuando simplemente comiences a ver tú alrededor de forma diferente, un mundo amigable y lleno de oportunidades donde solo tendrás que tomarlas.

Cambiar se logra paso a paso, nunca de la noche a la mañana, requerimos de un tiempo, de un espacio y de momentos de reflexionar y direccionarnos hacia donde queremos llegar. Se trata de cambiar, de cambiar para encontrar beneficio, de cambiar por amor a nuestra persona, por querer cuidarnos de manera integral, en cuerpo, mente y alma.

Tu puedes.
Abrazos fraternales

miércoles, 11 de marzo de 2015

El buen amor en pareja



fragmento de entrevista a Joan Garriga.

¿Qué hacer para tener buen amor?
Hay cuatro etapas.
Primera, enamoramiento: “Me mueves mucho…, pero te veo poco”.
Segunda, relación: “Ya te veo mejor, ¡y aun así te elijo para caminar juntos!”.
Tercera.  Compromiso: “Estamos creando algo más importante que nuestras familias de origen y parejas anteriores”.
¿Y cuarta? Entrega: “¡Te quiero a ti y a lo que a ti te dirige!”. Este es ya un amor muy desarrollado…
¿Por qué?
Es el deseo espontáneo de que el otro sea feliz.
¡Eres feliz en la plenitud del otro!
Palabras mayores, ¿no?
¡Sí!
Entre tanto, importa que sepamos esto: nadie, ¡nadie!, puede hacerte feliz. Y que nadie, ¡nadie!, puede hacerte infeliz.
¿Entonces…?
Tu felicidad sólo depende de tu conexión íntima con tu ser interior.
¿Y de qué depende esa conexión?
De estar en paz con tus figuras paternas y familiares para no cargar con nudos… que luego pretenderás ventilar en la pareja.
¿Eso pasa?
Una pareja no son dos personas: son dos sistemas familiares que se encuentran.
¿Qué coste y beneficio tiene la pareja?
“¿Es mejor casarse o permanecer soltero?”, le preguntaron a Sócrates, que respondió: “Cásate. Si te va bien, serás un poco feliz. Y si te va mal…, ¡serás filósofo!”.
Deme algún ejemplo de mal amor.
“Sin ti no podría vivir”, le decimos a nuestra pareja, como si fuésemos niños. ¡Mal amor! Buen amor: “Sin ti también me iría bien”…
Ah.
… pero como adulto, elijo estar contigo. “Te quiero por ti mismo”, decimos, ¡y no es bueno!: el buen amor consiste en “te quiero… a pesar de ti mismo”, es decir, el buen amor acepta la sombras del otro, acoge y lima las asperezas de los egos que se encuentran.
Siga, siga…
“Quiero pareja”: ¡mal amor! Abandona la demanda… ¡actúa!: “Mejor me preparo para ser pareja”. Encuentra tu modo de ser buen compañero…, y lo demás ya vendrá solo.
¿Algo muy intenso y emocional?
¡No! Esas turbulencias empobrecen y desvitalizan, responden a heridas infantiles y viejos anhelos no colmados. ¡Lo enriquecedor es que la relación fluya con facilidad!
Toda pareja es una relación de poder.
¡No! Es cooperar, es que uno y uno sean más que dos. Mal amor: “Te lo doy todo”.
¿Por qué?
Dar mucho puede originar en el otro un sentimiento de deuda, y empequeñecerlo. Ya no hay igualdad. ¡Da lo que el otro pueda devolver sin que tenga que perder la dignidad!
¿Y si una parte pide: “Dame más”?
Puede que esté anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda: le des lo que le des, ¡será siempre insuficiente!
Otro ejemplo de mal amor.
Poner a tus padres o a tus hijos por delante de tu pareja. El buen amor es: “¡Primero nosotros!, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común”.
Otro ejemplo de buen amor.
Reír y llorar juntos ante cualquier adversidad: muertes, abortos, ruinas…
Qué difícil que la pareja dure, ¿no?
Pues que dure lo que dure: entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de su eventual final.
¿Cuánto dura de promedio una pareja?
Podemos esperar entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida…, ¡con el consiguiente estrés emocional! Cada final nos enseña el dolor y el desapego…, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.
Regale un último consejo para fomentar el buen amor en una pareja.
No deis por hecho que conocéis a vuestra pareja. Miradla cada día de nuevo como si fuera nueva, y veréis lo que no veíais. Nos relacionamos con la imagen que nos hemos hecho del otro, pero… ¿es el otro así hoy?
Conclusión amorosa.
Lo dicho: solemos reclamar al otro: “Hazme feliz”, pero el buen amor consiste en sentir el deseo espontáneo de que el otro sea feliz.
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Personalidades toxicas y pasos para protegernos

   
1. Negativos.Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una gran piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, responde. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.

2. Los quejumbrosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo y `lo mismo’, y lo mismo: puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la situación país, la economía, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere y parece vivir para quejarse y sufrir, pues esto le produce un alivio, aunque sin ninguna duda, este alivio es solamente momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas y sufrimientos, en la que al final nada se resuelve, acabas extenuado.

3. Los criticones.Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la medida, o la horma o la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el suelo. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!

4. Los belicosos.Cualquier incidente, por mínimo que sea, un llamado, un mensaje, el clima, la espera, un olor, un gesto ...definitivamente todo provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para evitar encender la hoguera, porque cuando estallan, ¡Un volcán parece que ha hecho erupción! ¡Así sencillamente arde Troya! Y esto termina apagando tu espíritu.

5. Los débiles e indefensos.Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora comprometida, o de hacer lo que dicen que harían. Es su forma indirecta de castigarte.


6. Los sarcásticos.Sus comentarios —crueles, burlones, en fin: sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor tan denso y negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolid@ e insultad@. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más nos duele.

7. Los catastróficos.Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban destrozando tus nervios.

Los pasos claves para protegerte...

1. Reconocerlos. Determina en qué categoría cae esa persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera nunca te tomara desprevenida, pues ya sabes cómo opera.

2. Mantener el balance interior. Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es el/la, y no tú, la que tiene un problema porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc., porque mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.

3. Alejarte. Si esta persona en nada es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.

4. Sanar la relación. Si la relación es importante para ti, aconsejo que le dejes saber a esa persona de qué manera te está afectando su comportamiento. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, es la oportunidad para hacerle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. `Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida....etc. Te pido que evites hacerlo´. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para ambos y llevarles a la resignificacion si ambas partes están dispuestas a cooperar y ayudarse.



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