jueves, 25 de agosto de 2011

¿Vale lo que Cuesta?


por Jennifer Hoffman
15 de Agosto de 2011
Traducción: Margarita López

La semana pasada recibí una solicitud de una sesión gratuita, que yo me negué a hacer porque sabía que decir que sí serviría para apoyar el victimismo de la persona, que era a través de lo cual me lo estaba pidiendo. Pero había otra razón, y tenía que ver con el costo y el valor. En su solicitud por email, ella decía que el costo de la lectura era demasiado alto y que no estaba segura de que valiera la pena. Todo esto era reflejo de su falta de fondos, pero la verdad era muy simple: ella no tenía el dinero para pagar por una sesión porque no se valoraba ella misma. Y dado que no se valoraba ella misma, no me valoraba a mí ni a mi tiempo tampoco.

Ahora, yo pude haberme sentido enojada o insultada por los comentarios acerca de los precios de las lecturas, pero no fue así, porque yo sé el valor de lo que ofrezco a mis clientes. Y también sabía que esto no se trataba sobre lo que valía mi trabajo, sino que era sobre ella y lo que ella pensaba que podía crear en su vida. Dado que ella no se apreciaba a sí misma y su valor, no podía tampoco apreciarme a mí ni a mi valor. Así que su mundo se ve a través de lo que cuestan las cosas y si tiene el dinero para pagar por ellas. Otra forma de ver esto es ver el mundo a través de nuestro propio valor y saber que cualquier cosa que lo iguale será con lo que conectemos, y es un proceso sin esfuerzo.

Podemos ver el mundo de la manera que queramos y el mundo será comoquiera que queramos verlo. Aunque parezca fijo y estable, en realidad es muy fluido y dinámico. Si vemos todo en el mundo como inalcanzable, nunca vamos a permitirnos nada porque pensamos que todo cuesta más de lo que tenemos cómo pagar. Pero tiene que ver con el valor y lo que merecemos. ¿Somos merecedores de abundancia financiera, gracia y facilidad, flujo sin esfuerzo y bendiciones ilimitadas y abundantes? Si pensamos que sí, entonces ponemos eso como nuestro valor y el costo se convierte en nuestra voluntad de mantener esos pensamientos y estar dispuestos a recibir.
Y eso es lo que le dije a quien me escribió, que su problema tenía que ver con ser digna de recibir, que si bien Dios se haría cargo de los detalles, eso iba a suceder en la medida en que ella creara la proposición de valor, con ella como el bien más valioso en su vida, merecedora de todas las bendiciones que pudiera crear y luego crear el espacio para recibirlas. Somos valiosos y dignos de recibir, pero eso no sucede sin nuestra participación. Entonces, ¿cuánto vales tú? Todas las cosas maravillosas que tu corazón desea, y cuando creas eso como tu valor y luego abres tu corazón, mente y vida a recibir, les permites que vengan a ti.

por Jennifer Hoffman y Enlightening Life OmniMedia, Inc.

2 comentarios:

marisa lopez dijo...

esta señora podría ser menos arrogante también y pensar en el servicio que podría dar...
No por todo podemos cobrar pero hay una cierta obligacion moral, por llamarla de algun modo, de ayudar para todos los que estamos en el sendero espiritual.
Esto no es atender gratis siempre y a todos...pero es como una pequeña moneda que paga lo que tambien nos han dado.

marvision dijo...

A donde camino o me encamino...no hay dinero.
El Nuevo mundo al que deseo llegar todo es gratis...para todos