Un estudio de la Norwegian University of Science and Technology determinó que 6 de cada 10 jóvenes que se sienten gordos sin serlo, sufren sobrepeso cuando son mayores.
De acuerdo a los investigadores, la obsesión con la imagen corporal en la adolescencia puede influir en nuestro peso cuando somos adultos, consignó The Telegraph.
“Al percibirnos a nosotros mismos como gordos, pese a no serlo en realidad puede hacer que los niños de peso normal se conviertan en adultos obesos”, señaló Koenraad Cuypers, uno de los autores del sondeo.
Para llegar a esta conclusión se utilizó una encuesta practicada a 1.200 adolescentes de peso normal de 13 a 19, en el que se les preguntó sobre su percepción de su propio peso. Luego compararon las respuestas con un cuestionario de seguimiento realizado once años más tarde a las mismas personas, y que muestra cómo muchos de ellos tenían un índice de masa corporal por encima de 25 (considerado sobrepeso) y otros de más de 30 (obesidad).
Además, los investigadores realizaron un análisis similar de las cinturas de los participantes, calificando como sobrepreso a aquellas mujer con una medida superior a 80 centímetros y sobre 94 en los hombres. Mientras, se consideró obeso a quienes tenían cinturas superiores a 88 y 102 cms., respectivamente.
De este modo, determinaron que el 59% de las chicas y el 63% de los varones que se sintieron “gordos” en la adolescencia, pese a tener una contextura normal, estaban con kilos de más en la adultez.
Cuando hicieron el mismo cálculo, pero usando los datos de la cintura, comprobaron que la cifra ascendía a 78% en las chicas, y bajaba a 55% en los hombres.
Los expertos creen que esta situación se podría relacionar con el estrés, pues estudios previos han sugerido que la ansiedad puede causar aumento de peso y acumulación de grasa en la cintura.
Además, aquellos jóvenes acomplejados con su peso suelen adoptar malos hábitos alimenticios como saltarse el desayuno -situación que se ha comprobado que hace subir de peso- o realizar dietas estrictas, que con el tiempo se hacen insostenibles y provocan el indeseado efecto rebote.
“Las niñas, en particular, tienden a considerarse a sí mismas como personas con sobrepeso, a pesar de que no lo son, esto puede conducir a un estrés psicosocial y prácticas de control de peso no saludables, tales como saltarse las comidas”, explican los autores.
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