La semana que acaba de terminar tuve un par de sesiones
con un nuevo cliente, quien como muchos ha pedido asistencia en un tema muy importante en torno a provocar cambios en nuestra vida, cambios en nuestros hábitos.
Para mí un hábito es aquello que hacemos cuando no
pensamos en lo que hacemos. Son sumamente útiles. No queremos tener que estar
pensando siempre en todo lo que hacemos, sino tan solo en las cosas
interesantes. Los hábitos que funcionan bien son geniales, ya que parecen
proporcionarnos estabilidad. Sin embargo, cuando queremos cambiar, los hábitos
se resisten. Para cambiar tu vida, para superar la transición, tendrás que
cambiar algunos hábitos viejos por otros nuevos.
Muchos de estos se forman en las primeras etapas
de nuestra vida y nunca llegamos a cuestionarlas realmente. Y mientras escribo
este artículo recuerdo que he hablado muchas veces de este tema haciendo un
paralelo, con alguien muy cercana para mí, a fin de entender el concepto de
mejor manera. Muchos sabemos cómo se adiestra a los elefantes en la India. Cando aun son muy jóvenes y no
demasiado fuertes, se les ata una pata a una estaca clavada en el suelo. El
pequeño elefante intenta liberarse, pero no puede y se rinde. Más tarde, cuando
ya ha crecido y tiene mucha fuerza, sigue atado a la misma estaca que antes y
nunca trata de soltarse, aunque hoy le sobra fuerza para hacerlo. Es evidente
que en algún instante de de su vida decidió que la atadura era demasiado fuerte
y abandono todo intento por liberarse.
Entender esto nos lleva a preguntarnos ¿Qué es lo
que mantiene a los hábitos en su lugar?. Como lo menciono a mis clientes en
terapia se trata de las “anclas”. El anclaje es el mecanismo por el que un
estimulo se convierte en el desencadenante de una respuesta determinada. El ancla
es cualquier estimulo que activa en nosotros una respuesta o un estado
emocional.
Del mismo modo que las anclas de un barco le
impiden moverse, también nuestras anclas nos mantienes amarrados. Nuestra vida
permanece estática porque nos rodeamos por todas partes de anclas que terminan bloqueándonos.
Mira a tu alrededor, en tu habitación ¿Qué ves? ¿tal vez esa foto de tu familia
que te hace sonreír y sentirte bien? He aquí un ancla para provocarnos buenas
sensaciones. Tu nombre por poner otro ejemplo, es un ancla poderosa para tu
identidad. Las anclas evocan estados emocionales. La mayoría de las veces no
nos damos cuenta de ellas, sino tan solo de los estados que nos provocan.
Algunas son neutrales, algunas nos inducen buenos estados y otras todo lo
contrario. Desde la perspectiva de la terapia, no importa que los sentimientos
que suscita un ancla sean buenos o malos. Lo que importa es si esa ancla es
habitual.
El primer paso hacia el cambio consiste en ser
consciente de lo que tienes en el momento presente. Por consiguiente, una parte
importante de ayudar a mis clientes en terapia es apoyarle a reconocer como
determinadas anclas en sus vidas determinan y activan sus habitos.
Si alguien quiere cambiar tendrá que modificar
algunos de sus hábitos, lo que significa ser consciente de las anclas que
sustentan el hábito. Crear un nuevo hábito que apoye el cambio y crear nuevas
anclas que sustenten el nuevo habito.
Si lo que deseas es dejar de actuar en piloto automático.
La terapia puede ayudarte a explorar el presente y modificar tu actitud en el
futuro.
Que tengas excelente semana,
Abrazos fraternalesDaniel Miccael Sais © 2013
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