Existe un misterioso, mágico impulso, que siendo propio del ser humano es también considerado de naturaleza divina. Ingrediente imprescindible del éxito, energético de los triunfadores, goce vivificante de la acción. Me refiero al entusiasmo, factor clave en el desarrollo pleno de cualquier actividad. Acerca de él dijo Victor Pauchet: “Si los grandes hombres han llegado a serlo, es gracias a su inteligencia, pero sobre todo a su entusiasmo”.
Déjese entusiasmar acerca de las ventajas y excelencias del entusiasmo, estado mental y físico que estimulará prodigiosamente sus potencialidades. Puede creerme que vale la pena. Porque donde indolentes y pesimistas se estancan en la inacción, la incertidumbre y el fracaso, el entusiasta piensa, lucha, imagina y crea, encuentra el camino que lo conduce a una vida mejor.
Desde luego, el sentido común nos dice que cuando se habla de una vida mejor no debe entenderse esta como una existencia libre de sufrimientos y penalidades, lo cual sería completamente utópico. Pero un viejo principio nos advierte que si no podemos cambiar determinadas circunstancias adversas, sí podemos cambiar nuestra actitud respecto a esas circunstancias. Y el hombre sensato, animoso y dueño de sus emociones sabe que a fin de cuentas el saldo de la vida le es favorable, y que en su actitud positiva hacia los hechos, las cosas y la gente se encuentra el principio de la acción y el secreto de la felicidad.
Para todos, aún para los más afortunados, la vida tiene reveses y contrariedades que suelen presentarse cuando menos se les espera. Mas la persona de mentalidad bien orientada se sobrepone a las tribulaciones y no se deja llevar por la desesperación y el fatalismo.
Louise M. Alcott, la popular novelista norteamericana, refería una anécdota ejemplar acerca de su contemporáneo y compatriota Ralph Waldo Emerson. Contaba la escritora que en cierta ocasión se incendió la casa del eminente filósofo, en Concord, New Hampshire, siendo pasto de las llamas su valiosísima y muy amada biblioteca, en la que había libros irremplazables y manuscritos de obras que preparaba el filósofo. Al saber la desgracia, la señora Alcott , quien vivía en la misma ciudad, corrió afligida al lado de su amigo, para manifestarle su pesar por lo ocurrido. Para su asombro, encontró al gran hombre, al que suponía desolado, sumamente tranquilo, contemplando la violenta llamarada que consumía sus libros, sus escritos y su casa. Hubo un destello de travesura en las pupilas de Emerson cuando saludo a su amiga y le dijo con admirable sentido del humor:
“Querida Louise, no podrás negar que la hoguera es algo espléndido.
Gocemos de su esplendor.
Es lo menos que podemos hacer, ya que tan cara me cuesta su belleza”.
1 comentario:
Hola Daniel...
Felicidades, muy sabio blog el que tienes.
"El divino ingrediente" es de tu autoría?
Te pregunto porque me parece una delicia de texto y me gustaría incluirlo en una revista llamada "Utopia" que publicamos en el norte de Costa Rica.
Ah!... somos chilenos poh loco! Enamoraos de esta joyita de país y ayudando a cuidarlo.
La editorial de esta edición, habla de como una buena actitud puede librarnos de caer en "crisis" durante la actual recesión. En el fondo, habla de no engrupirse con la alarma de "crisis", sino ponerle cojones y echar pa'delante que es solo una recesión y de esas ya hemos tenido hartas y siempre hemos salido.
Creo que si los lectores se encuentran con tu escrito unas paginas más adelante, ambos mensajes se reforzarán y el efecto en la gente también.
Estamos en pleno cierre de edición por lo que te agradezco me contactes en cuanto leas esto.
Te reservaremos el espacio hasta el sabado en la mañana. Ojala hablemos antes.
Saludos y felicidades de nuevo por el contenido de tu blog. Hay sepas de buena conciencia en el.
Andrés Benavente
utopiacostarica@gmail.com
P.D.: ...y en caso de que no lo hayas escrito tú
?sabes quién fue y como contactarlo?
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