viernes, 11 de mayo de 2018

No necesitas sanar o pedir perdón, solo debes estar en Amor


Estaba Buda meditando en la espesura del bosque junto a sus discípulos, cuando se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando el momento de mayor concentración del Buda, lo insultó, le escupió y le arrojó tierra. Buda salió de su paz al instante y con una sonrisa plácida, envolvió con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos que se encontraban con el, reaccionaron violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras esperaban la orden del Buda para darle su verdadero merecido al agresor.

Respirando amplia y poderosamente Buda percibio la crisis y el conflicto que podría devenir de esta situación, asi que les pidio a sus discípulos que depusieran su actitud y librarán al hombre.

Entonces, Buda acercandose se dirigió con suavidad y toral convicción al hombre, diciéndole:

“Lo que usted hizo generó en nosotros que fuéramos expuestos como en un espejo, mostrando nuestro verdadero rostro. Porfavor, le pido que desde ahora, usted venga todos los días a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en un instante yo lo llené de Amor, pero estos hombres que hace años me siguen por todos lados meditando y orando demuestran no entender ni comprender cómo vivir el proceso de la Unidad y han querido responder con una agresión similar o mayor a la recibida de parte suya. Regrese siempre que desee, usted será bien recibido por mí. Toda falta de respeto suya, será bien recibida y como un estímulo para ver si vibramos alto, o es solo un engaño de nuestra mente esto de ver el Amor y la Unidad en Todo”.

Cuando escucharon esto, rápidamente tanto los discípulos como el hombre, se retiraron de la presencia del Buda llenos de verguenza y culpa, percibiendo la enseñanza y la lección de grandeza del maestro y tratando de escapar de su mirada y del pudor interno.

A la mañana siguiente, el detractor se presentó ante Buda, se arrojó a sus pies y le dijo en forma muy sentida: ”Maestro, no pude dormir en toda la noche, mí verguenza y culpa es muy grande, le suplico que me perdone y me acepte junto a usted." Buda con una gran sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre de quedarse con nosotros ya mismo; pero yo no puedo perdonarlo.”

El hombre muy avergonzado y compungido, le rogó y pidió nuevamente que por favor lo hiciera, ya que él era el maestro de la humildad, de la coherencia, del respeto y de la compasión, a lo que el Buda respondió: “Entiéndame atenta y claramente; para que alguien perdone, debe haber un ego muy herido; solo el ego herido, la falsa creencia de que es la personalidad, ese o esa es quien puede perdonar, después de haber odiado, o resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa incluida, que es la necesidad de sentirse Espiritualmente Superior a aquél que en su ignorancia o inconsciencia de cualquier forma nos ofendio o hirió. Solo alguien que sigue viendo la dualidad, y se considera a sí mismo o misma lleno de sabiduría perdona a aquél inconsciente o ignorante que le causó una ofensa o herida”. Y continuó: “No es mi caso, yo te veo como un alma afín, no me siento superior a ti, porque comprendo que no le puedes faltar el respeto a nadie sin faltártelo a ti antes, comprendo tu falta de Amor, por eso no siento que me hayas herido, solo tengo Amor en mi corazón, yo no puedo perdonarlo, solo, lo comprendo, lo respeto, lo Amo. Quien realmente Ama nunca necesita perdonar.”

El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras de Buda eran muy profundas para ser comprendidas realmente por una mente llena todavía de turbulencia, expectativa y necesidad, así que ante esa mirada, Buda añadió con infinita  comprensión: “Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya sabemos que necesitamos a un culpable y alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar a los discípulos que en su soberbia, aún están llenos de rencor y les va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su falta de sabiduría se van a sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y usted, también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentir una liberación en su ego lleno de culpa, y así más o menos todos quedarán contentos y seguiremos meditando en el bosque, como si nada hubiera pasado”.

Y así fue.

Cuando realmente hay Sabiduría, hay total entendimiento, comprensión, respeto, humildad, coherencia, integridad, así que nada hay que perdonar, porque nada hay ofendido, agredido, sometido, sufrido, herido, ni dolido,.. solo hay Amor!!

Que sea un gran viernes, así el maravilloso inicio de un increíble fin de semana. Abrazos de corazOm en la luz del Amor.


Daniel Miccael Sais
miccaelsais@gmail.com
Cel +569 5829 0556
http://miccaelsais.blogspot.com/

Diplomado en Mediación
Facilitador y Terapeuta
Técnicas de Meditación, Relajación, Liberación Emocional y Autoconocimiento.

martes, 1 de mayo de 2018

El número mágico de la Meditación



El 108 es un número muy ligado a tradiciones orientales, especialmente al Budismo, Hinduismo y Jainismo. Se considera sagrado, y una vez que se constituyó en símbolo, su uso proliferó en todos los aspectos relacionados con la religión o la cultura en Asia. Por ello no nos extraña encontrarnos con referencias continuas al 108.

En la estupa de Borobudur (en la indonesia isla de Java) hay 108 Budas mirando a cada punto cardinal del monumento. En Muktinath (Nepal) hay 108 caños en la fuente sagrada. A muchos templos se accede por una escalera de 108 peldaños, o de dos tramos de 54, o tres de 36. No he tenido la curiosidad de contar los molinos de oración que circundan el monasterio de Tashilumpo y el templo de Jokhang en Tibet, ni los de las estupas de Boudanath y Sayambunath en Kathmandú, pero es muy posible que también sean 108
En los templos de Angkor Wat (Camboya) hay numerosas alusiones al 108, que desempeña un papel importante en el simbolismo de la estructura del mayor complejo religioso jamás construido.
108 es el número de cuentas del mala, o rosario budista de oraciones.
¿Por qué 108 y no cualquier otro número? Existen multitud de explicaciones al respecto, pero algunas de ellas no tienen un verdadero fundamento, otras son fruto de la pura casualidad, y las restantes tienen una base indiscutible, pero que a menudo tampoco resuelve el enigma de la elección de la sagrada cifra. Por eso, nuestra intención al escribir este artículo es que esté abierto a la colaboración de cualquiera que pueda aportar nuevos datos, confirmar o bien rectificar los expresados aquí.
Recuerdo que siempre que me preguntaban por qué el mala tenía 108 cuentas, respondía invariablemente algo que había oído o leído no sé dónde: “108 son las vidas del Buda, el número de sus reencarnaciones”, y me quedaba tan campante. Ahora, después de mucho indagar, admito que no he logrado ver reflejada esta afirmación en ninguna de las enseñanzas que conozco.
En algunas artes marciales, como el Karate, el 108 (Suparinpei) y varios de sus múltiplos, el 54 (Gojushi), el 36 (Sanseru) y el 18 (Seipai) constituyen secuencias de movimientos o Katas. Algo similar sucede en ciertos linajes del Tai Chi Chuan.
En la tradición Védica, según el cómputo clásico del Muktikopanishad, hay 108 Upanishads, o comentarios a los textos sagrados: 10 del Rigveda, 50 del Yajurveda, 16 del Samaveda y 32 del Atharvaveda.
Se dice que hay 108 deidades hindúes.
Krishna tiene 108 Gopis o consortes y otros tantos nombres.
108 templos sagrados dedicados a Vishnú
108 Divyadeshes o Tirtha, lugares divinos de peregrinaje en toda India y Nepal.
En el budismo se consideran 108 los arhats o santos realizados.
108 ilustraciones auspiciosas de la huella del Buda.
108 virtudes en el Jainismo.
En el chakra del corazón convergen 108 canales de energía.
El sagrado río Ganges se extiende por una longitud de 12 grados (79 a 91) y una latitud de 9 grados (22 a 31). Doce veces nueve es 108.
La lista de datos de este tipo resulta realmente copiosa, pero ninguno aporta fundamentos incuestionables acerca de la divinizada opción.
Analizando las propiedades aritméticas, el 108 se expresa como 1 centena, 0 decenas y 8 unidades. En la numerología hindú, 1 (bindu) o ser superior, 0 (shunyata) la vacuidad y 8 (ananta) el infinito. La suma de sus tres cifras 1 + 0 + 8 = 9, el dígito más alto, que simboliza los 9 Tattvas o principios del Jainismo.
108 es un número divisible por el valor de su función φ, que es 36. Es también divisible por el número total de sus divisores (12), por tanto se trata de un número refactorable. Al dividir por 2 la suma de sus dígitos vuelve a ser 9 (54: 5 + 4 = 9) y también cuando se multiplica por 2 (216: 2 + 1 + 6 = 9). Y así sucesivamente con cualquier número por el que se multiplique.
Es el hiperfactorial de 3, es decir: 1¹ x 2² x 3³ (1 x 2 x 2 x 3 x 3 x 3 = 108).
También se podría buscar una correspondencia con otro número apocalíptico, el 666 o número de la bestia, ya que 108 = 6² + 6² + 6², aunque esta relación bíblica sería intrascendente para las culturas hindú y budista.
Es un número Harsad, (en sánscrito significa “gran alegría”), es decir, divisible por la suma de sus dígitos (que es 9).
Podría ser de otra forma, pero da la especial casualidad que la distancia entre la Tierra y el Sol equivale a 108 veces el diámetro del Sol. La distancia entre la Tierra y la Luna es también 108 veces el diámetro de la Luna (aunque mediciones recientes más exactas se aproximan más a 107 y 109 respectivamente).
Casualmente también, el diámetro del Sol es aproximadamente igual a 108 veces el diámetro de la Tierra.
Pero estos datos, calculados con semejante precisión, están sujetos a cambios cósmicos, y aunque se especula que hayan sido el motivo de la elección del 108 como número sagrado, no existe una certeza expresa de ello.
Una propiedad matemática intrínseca e inmutable es que 108 es igual a 9 x 12. Recordemos que el 9 es el número más alto de toda la secuencia y es la suma de 1 + 8. De vuelta a la astrología 9 son las particiones del Navamsha (literalmente significa “novena división”) del zodíaco, en donde existen, como no, 12 signos. Y en la astronomía hindú 9 es el número de planetas, representados en un cuadrado de 3 casillas a cada lado, con en sol en el centro y los otros 8 alrededor (Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Râhu y Ketu (de nuevo 1 + 8).
Esta concepción planetaria es pre-heliocéntrica, no cuenta a la Tierra como planeta, pero si al Sol, la Luna y sus eclipses. Casualmente, con la concepción y definición modernas, la lista es muy diferente, pero el número de planetas sigue siendo 9.
9 musas, 9 mundos en la cosmología germánica, 9 es considerado “el mayor”, el supremo. 9 son también los meses de gestación en la especie humana.
Cuando 9 se multiplica por cualquier otro número (al igual que sucede con el 108) el resultado es otro cuyas cifras suman 9 o un múltiplo de 9, pudiendo reducirse su suma de nuevo a 9. (9 x 365 = 3285; 3 + 2 + 8 + 5 = 18; 1+ 8 = 9).
En el cuadrado mágico de 9, hay un número en el centro, que es siempre el 5, rodeado de los otros 8 números. La suma de los periféricos es 40, por tanto la relación con el central es de 8 a 1. La suma de cualquier línea, ya sea vertical, horizontal o diagonal, es de 15 (3 números suman 3 veces 5). Una colocación, de las 4 posibles sería:
6 1 8
7 5 3
2 9 4
Sumando el número central y un número en mitad de los lados (contando sólo las unidades) da el resultado de una esquina adyacente: 5 + 1 = 6; 5 + 9 = 4 (10 + 4); 5 + 7 = 2 (10 + 2); 5 + 3 = 8. Si se dibujan las líneas de estas operaciones aparece la svástica, símbolo de buena fortuna en las culturas bön, budista, hindú y jainista.
Además, 9 = 3 x 3, es decir, triple trinidad, en donde la simbología del número tres resulta abrumadora (3 reyes magos, 3 mundos, 3 colores primarios, la regla del 3, etc.).
En cuanto al 12, se trata de un símbolo del orden lógico del universo: al 1 sigue el 2, a la unidad y el absoluto sigue la dualidad, la polaridad (ying-yang) etc.
El 12 se estructura como una decena y dos unidades (uno grande y dos pequeños), en donde continúa la libre asociación mental de unir en el 12 dos números de significado tan diferente como el 1 y el 2. La llamada docena ha tenido bastante éxito como sistema de conteo. El número 12 es también la suma de 9 + 3, por tanto es la conjunción de los símbolos anteriormente vistos.
En geometría, el dodecágono regular tiene 12 lados, 12 vértices y 54 diagonales (la mitad de 108) y su construcción con regla y compás resulta sencilla, algo imposible para el eneágono regular de 9 lados, 9 vértices y 27 diagonales (la cuarta parte de 108).
La segunda característica inmutable es que 108 es la suma de los 9 primeros múltiplos de 3, a saber: 0, 3, 6, 9, 12, 15, 18, 21 y 24.
Una propiedad contingente de 108 depende de la convencional división del círculo en 360º. Los ángulos interiores de un pentágono regular tienen 108º.
Cuando se inscribe en un círculo un pentágono regular y se trazan las diagonales aparece el pentagrama, que encierra a su vez otro pentágono regular, dentro del cual se podría volver a trazar otro pentagrama y así hasta el infinito, tanto hacia dentro como hacia afuera.
La relación entre la longitud del lado del pentagrama y la del lado del pentágono es la Sección de Oro o también llamada Divina Proporción. Esta proporción áurea no es un consenso, sino que está manifestada de forma abundante en la naturaleza (ramas de los árboles, capas de pétalos en las flores, conchas marinas, etc.).
Este canon perfecto, muy usado en el arte, (sobre todo en la arquitectura), es la proporción entre dos magnitudes diferentes, en donde la mayor es a la menor como la suma de ambas es a la mayor.
La fórmula matemática es: la mitad de la suma de 1 + la raíz cuadrada de 5, lo que da lugar a un número irracional (de infinitos decimales): 1,61803…(representado por φ, en honor al escultor griego Fidias).
Como vemos, hay una íntima relación entre 108, la sección de oro, el pentágono, el pentagrama y el número 5.
Pues bien, la Autocuración Tántrica (Ngal-So) II, del Lama Gangchen Rinpoché está ligada profusamente al 5 (5 elementos, 5 colores, 5 chakras, 5 Sílabas Semilla, 5 Símbolos, 5 Sanadores Supremos o Budas Dhiani, 5 repeticiones de mantras en cada chakra, etc.).
Del mismo modo que por convenio se tiende a elegir el sistema métrico decimal como referencia unificada que nos permite contar, pesar o medir según determinados patrones, el 108 es, en definitiva, otro sistema de medición.
¿Por qué 108?
Si recitar 108 mantras fuera mejor que recitar 100, habría que pensar que 110 sería aún mejor. Se trata de una referencia, al igual que el metro, el litro o el kilo, en este caso para calibrar la devoción espiritual y marcar una pauta a seguir.
Se podría aventurar que la elección del 108, y no de cualquier otro número, está influenciada por ese halo mágico que le aporta el ser una medida astronómica y astrológica importante, según la tradición védica, amén de esas otras propiedades aritméticas, geométricas, matemáticas y simbólicas que hemos analizado brevemente.