Por Julio Andrés Pagano
Diviso una ondulante llama que ilumina plena de amor. Se mueve con infinita gracia y ternura. Transmite un cautivante resplandor. Es tu espíritu que se agita a la distancia para anunciar por dónde vas. Todo tu Ser baila. Relumbra. Sabe que su luz ya no se apaga. Tus ojos brillan arraigados en la claridad de tu esencia. Vas camino a la fiesta de aquellos peregrinos que cruzaron las arenas del dolor. Seguí, queda poco. Sólo unos breves pasos.
Mientras la vibración del amor te lleva a reunirte con tus pares, las enseñanzas recibidas pasan por tu mente desplegando una limpia sonrisa. Todo tuvo un sentido más allá de la razón. El cuadro de tu vida se revela ante tus ojos. Rostros, situaciones y lugares se suceden. Traen una síntesis de lo aprendido. Los sentidos te ayudan. Hay sensaciones, olores, sonidos, imágenes y sabores que intensamente colorean el lienzo de tus vivencias.
A medida que tu obra se muestra bajo la amorosa mirada de tu ángel guía, tu alma reafirma la importancia que tuvo aprender el lenguaje sutil de la existencia, basado en las sincronicidades, las señales, las corazonadas y la intuición. Nada ocurrió por azar. Hasta lo más insignificante tuvo su real motivo. Lo aparentemente intrascendente está ahí para definir y realzar el profundo testimonio de lo vivido. Todo es perfecto. ¿Lo podés sentir?
En los planos sutiles, las lecciones asimiladas crearon fibras luminosas que hilaron la bella túnica que ahora lucís. Cada hebra de conciencia se consolidó al transmutar tus lágrimas en comprensión. La trama elevó su lumbre cuando aprendiste a aceptar y cobró suavidad y pureza al dar las gracias abriendo tu corazón. Aunque dudes, vestís las ropas adecuadas para asistir al festejo, por eso recibiste la luz de este mensaje a modo de señal.
Nos dirigimos al ansiado reencuentro donde confirmaremos que todos los caminos conducen al mismo espacio. Sabremos que aunque pasamos por distintos desafíos, nos nutrimos con la esencia amorosa de las mismas enseñanzas. Somos Uno. Puedo ver tu ardiente llama. La siento. Mantengámonos alentando con fe y entusiasmo, ya casi hemos llegado. Avancemos de la mano. Con coraje, vamos. Resta poco. Sólo unos breves pasos.
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