martes, 26 de junio de 2012

Un modo nuevo de vivir



La vida es una diversión extremadamente atractiva e interesante, si se la vive sin predilecciones. Vale la pena vivir la vida; porque ésta es un romance entre lo finito y lo infinito, es una danza de lo limitado y lo ilimitado.

El conocimiento es limitado. Uno puede reunir el conocimiento de todo el mundo, de todas las ciencias y todas las teologías; sin embargo, esto sería algo limitado y de una pavorosa finitud. No puede haber conocimiento sin palabras. Y el significado atribuido a las palabras, es una invención humana. Por eso; aunque se piense que en el conocimiento hay progreso, en realidad uno está dando saltos de una limitación a otra.

Igual que el conocimiento, la experiencia es también limitada. La actividad experiencial implica remitirse constantemente al pasado. Un hecho no se convierte en una experiencia; a menos que, de ocurrir en este momento, se lo traslade de vuelta a la memoria, se lo identifique, se lo denomine y se lo reconozca de acuerdo con ella.

La vida es infinita, es dinámica; pero el conocimiento que se adquiere o las experiencias que se cultivan en diversos niveles, tienen sus propias limitaciones. (Esto no lo decimos con sentido peyorativo; señalamos los hechos, como son).

Ahora bien, éste conocimiento y ésta experiencia limitados; así como su respectiva memoria (O el respectivo pensamiento, que es la respuesta de la memoria), tienen un papel que representar en esta vida. Por limitados que sean, tienen una utilidad. Sin embargo, ¿es posible permitir que el conocimiento, la experiencia y la memoria de los condicionamientos se muevan sin crear un conocedor? ¿Es posible permitir que el movimiento del pensamiento tenga lugar en uno, sin crear un pensador? Eso va a tener lugar, nos guste o no; ¿es posible permitir que el movimiento de la estructura del pensamiento tenga lugar en uno, sin predilecciones, sin crear un pensador?

El problema consiste en que; en vez de permitir que el pensamiento represente su papel funcional en el campo que le es propio, le atribuimos importancia: Le atribuimos importancia emocional. Creamos respecto de él, un sentido de posesión y propiedad. Creamos un sentido de orgullo. No se crea una imagen; a menos, que exista un sentido de posesión y propiedad. Estamos ocupados creando imágenes sobre nosotros mismos; en vez de dejar que el talento fluya libremente o que la estructura del pensamiento se mueva, de acuerdo con su propio impulso. Introducimos la opción, la selección y un sentido de propiedad y posesión. Esto conduce a un sentimiento de pertenencia. "Ellos me pertenecen y yo les pertenezco". Todo esto se llama "identificación", en el léxico de la psicología.

Una vez que la identificación del conocimiento, la experiencia, la memoria y el condicionamiento están allí, uno empieza a sentirse ufano con ellos. Esos condicionamientos y el proceso de identificación limitan y; en consecuencia, el acto de vivir no tiene lugar. Al hoy de cada día se lo encaja en el molde del ayer. Al dinamismo y a la frescura perenne del hoy; del ahora, de éste preciso momento, tratamos de aplastarlo metiéndolo en el molde del ayer. Dicho de otro modo ¿qué es un mecanismo de defensa? Es un molde; es meter lo de hoy en el molde de lo de ayer o bloquear, el movimiento para mañana. Eso es lo que realmente ocurre en nuestra vida. No vivimos. Tenemos miedo de esta infinitud de la Vida, de la frescura perenne, de la novedad perenne de la Vida. El amanecer de ésta mañana, no fue el amanecer de ayer. El trino del ave que les cantó, no fue una repetición del trino de ayer. La vida no se repite. Es perennemente fresca, perennemente nueva, perennemente dinámica. Sin embargo; los ojos que ven, son viejos. El modo con que miramos la vida tiene el olor de nuestras identificaciones, aplastamos la novedad y el dinamismo; casi los matamos para que se adecuen a nuestras conveniencias, a nuestras expectativas, a nuestras ambiciones. El hoy no sigue siendo hoy. (Yo decía que vivir es divertidísimo, si uno vive sin predilecciones).

¿Es posible dejar que el movimiento del pensamiento tenga lugar en nosotros sin esta constante identificación con él; y sin el sentido de ser dueño de él, de poseerlo y pertenecerle? Si uno pertenece al pasado, si uno pertenece a lo que está muerto, ¿cómo podrá vivir? El pasado, el ayer murió y se fue. ¿Es posible dejar que el conocimiento que uno ha adquirido se mueva, sin crear un pensador? Amigos míos, entreténganse con éstas preguntas.

Cuando uno entiende que toda esta herencia de conocimiento y experiencia sólo tiene una utilidad funcional, ¿hará un esfuerzo para crear un pensador, un conocedor, un experimentador y una imagen acerca de ése conocedor; o para crear una personalidad, a partir de uno?

Estoy diciendo algo que sobresaltará y asombrará a los psicólogos occidentales; y tal vez también, a los indios.

Si al movimiento de la estructura del pensamiento se le permite pasar a través de uno y operar en y a través de uno; sin crear un pensador, ¿saben qué ocurrirá? Habrá una relación enteramente diferente con este conocimiento, esta experiencia y esta memoria que son limitados: ¡Habrá una relación completa y cualitativamente diferente!

¿Qué implica la palabra relación? ¿Cuándo usamos un auto? Porque ustedes tengan un auto, no están sentados en éste durante veinticuatro horas. Suben al auto cuando tienen que hacer un largo recorrido. No están pegados al auto todo el día y toda la noche. Del mismo modo, al pensamiento, al conocimiento y a la memoria se los usa cuando corresponde y; tan pronto se los deja de usar, uno se aparta de ellos.

Lo que trato de comunicar es esto: Es posible vivir sin crear una memoria nueva, un condicionamiento nuevo, cicatrices nuevas en la consciencia, propias del pasado. Que el pasado se mueva sin crear nuevas cicatrices y rasguños. En otras palabras, de la mañana a la noche muévanse a través del cuerpo, del cerebro y de la estructura del pensamiento sin crear un residuo, sin permitir que quede residuo alguno como la memoria.

Aquí hablamos acerca de un modo enteramente nuevo de vivir: Vivir sin crear una memoria nueva, dejar que lo viejo se mueva sin crear una carga nueva. Por eso; a lo largo de todo el día, habrá ocasiones y momentos en los cuales el movimiento de lo viejo no sea necesario, el movimiento de la estructura del pensamiento no sea necesario. Uno puede tener media hora, dos horas o de cinco a diez minutos. Uno sabe que habrá un tiempo o un espacio en el que no esté justificado el movimiento de lo viejo. ¿Y qué ocurrirá cuando el movimiento de lo viejo no esté justificado? Habrá relajación. Pero, si existe una propensión, uno tratará de plantear el pasado que murió, mirarlo y darse el gusto con él. O cavilará sobre el dolor que uno experimentó, reviviéndolo con la memoria; de ésa manera, uno permanece ocupado con ese movimiento. Si se carece de ésa propensión, si no se creó una relación psicológica con el pasado, si al pasado no se lo trata como una inversión para el futuro, entonces habrá bastante libertad. En las veinticuatro horas, habrá un tiempo en el cual uno pueda estar totalmente relajado.

Éste es un nuevo modo de vivir, es una relación nueva con lo conocido, con lo limitado, con lo condicionado, con el pasado. Ustedes no pueden desear que el pasado se marche, ni pueden negarlo y rechazarlo. Por eso, cuando el movimiento de lo viejo, del pasado y de lo condicionado no es necesario ni está justificado y; si psicológicamente ustedes están completamente libres de cualquier apego a ese movimiento, entonces habrá relajación. Ésa relajación es el contenido del silencio; pone en circulación una energía nueva, y es posible el 3 surgimiento de la individualidad. Más allá de la particularidad, más allá de la periferia y la circunferencia de todo el condicionamiento, existe el surgimiento de la individualidad, que es la Totalidad individualizada, no la Totalidad particularizada sino Individualizada, que no puede ser dividida, fragmentada ni imitada.

Extracto del libro: "Perlas Del Himalaya", por: Vimala Thakar

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