domingo, 3 de marzo de 2013

Meditación y Amor: Las posibles vías para la iluminación espiritual


Esta mañana comencé Meditación Masiva Chile comentando con los presentes que por muchos años he creído que hay dos posibles vías para la iluminación espiritual: la meditación y el amor. A la meditación se le considera el sendero de la sabiduría, y a la segunda el sendero de la devoción.

Al terminar la convocatoria de hoy de Meditación Masiva Chile, comentaba con algunos de los presentes que nos quedamos compartiendo y ahondaba respecto a esta mención de las vías de iluminación, y con ellas comentaba profundamente mi visión al respecto.

La meditación se puede practicar a solas, pero el amor requiere volverse hacia el otro. Al hombre, quizás la soledad se le da con cierta naturalidad, pero a la mujer, por su profunda necesidad de amar, esto le resulta algo difícil.

Así, mientras la energía masculina llega a un amplio desarrollo de conciencia a través de la meditación en soledad, la mujer llega más fácilmente por medio del amor, en compañía. Para que el hombre acceda a lo divino, primero debe ser meditativo y luego le llega el amor. Pero con la mujer sucede exactamente lo contrario. Todo su ser se juega en la compañía y convivencia con otro y, cuando es amada y ama, es nutrida. Por ello, para la energía femenina la meditación se produce cuando existe una profunda fusión de amor,; la energía femenina primero amara y, mediante el amor, florecerá la meditación y una comprensión más profundas.

En pocas palabras, para resumir; en la mujer el amor es la raíz y la meditación, la flor. En el hombre, la raíz es la meditación y el amor, la flor.

Por lo tanto, cuando una mujer contacta con el amor autentico la profundidad de su ser se conmueve y un compañero inadecuado le resultara menos satisfactorio porque este solo le satisfará superficialmente, pero nunca el centro de su ser, a niveles más profundos. Por lo que ella solo será satisfecha por un ser de una calidad de conciencia más elevada. El hombre a su lado tendrá que afrontar el reto y volverse más meditativo para que florezca el amor en el o la relación se romperá.

Lo mismo sucede con la energía masculina. Cuando el hombre se vuelve más meditativo su compañera deberá crecer espiritualmente o la relación pronto estará en riesgo. Entre más meditativo sea el hombre querrá estar solo y esto puede inquietar a su pareja, a menos que ella sea comprensiva de dicha necesidad, pero la comprensión solo puede estar presente si evoluciona su amor. Ella entonces no solo podrá permitir sino hasta cuidar o acompañar la soledad de su pareja y en esto radicara su verdadero amor.

Finalmente, es sencillo; la evolución de uno supone la del otro, porque de otra manera crecerán los conflictos y las fricciones serán inevitables, constantes e insolubles. Por eso cuando uno y otro se sienten amados, respetados, honrados, protegidos y cuidados nunca sentirán la necesidad de escapar de la relación.

Solo así es posible lograr una armonía que evolucione constantemente: el hombre podrá estar dedicado a su meditación y la mujer absolutamente involucrada en el amor auténtico; logrando así, un encuentro completamente sincrónico, perfecto y sagrado.

Abrazos fraternales en la luz del amor

Daniel Miccael Sais © 2013


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