UNO MATERIAL Y OTRO ESPIRITUAL
"La persona ¿no es por ventura el yo? Mi persona ¿no es por ventura yo mismo?
Hagamos hincapié, antes de pasar adelante, en las profundas contradicciones a que da lugar esta palabra y esta noción del yo.
"Todo el mundo conoce el dicho de Pascal: "el yo es aborrecible". Y cuando de alguien se dice que tiene un carácter muy 'personal', ¿no es cierto que con esas palabras entendemos un carácter encerrado en sí mismo, imperioso, dominante, apenas capaz de amistad?
"Un gran artista contemporáneo decía: "No me gustan los otros"; palabras que revelan un carácter terriblemente "personal". Y según esto podría creerse que la personalidad consiste en realizarse o desenvolverse a sí propio a costa de los demás, y que implica necesariamente cierta especie de egoísmo o impermeabilidad debidos al hecho de que todo el lugar está ocupado en un hombre preocupado de sí y de sus cosas.
"Por otro lado, no obstante, ¿no es verdad que es un grave reproche decir a alguien que carece de personalidad? ¿Y no es cierto, asimismo, que los héroes y los santos aparecen ante nuestros ojos como lo más alto de la personalidad y, a la vez, de la generosidad?
"En consecuencia, y como contrapartida da las citadas palabras de Pascal, surgen en nuestra memoria aquellas otras de Santo Tomás: "La persona es lo más noble y lo más perfecto en toda la naturaleza".
"¿Qué decir de tales contradicciones?
"Ellas significan que el ser humano está situado entre dos polos: uno material que no atañe, en realidad, a la persona verdadera, sino más bien a la sombra de la personalidad o a eso que llamamos, en el sentido estricto de la palabra, la individualidad; y otro polo espiritual, que concierne a la verdadera personalidad.
"Al polo material, al individuo, convertido en centro de todas las cosas, se refieren las palabras de Pascal; y el polo espiritual, en cambio, la persona, es lo que hay que entender por las palabras de Santo Tomás.
"Y nos encontramos así cara a cara con la distinción entre individualidad y personalidad."
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