viernes, 13 de julio de 2007

La simple verdad de un sabio

por Paulo Coelho

Antonio era funcionario público de una pequeña ciudad del interior. Una tarde, vio dos gallos que peleaban. Sintió pena y fue hasta la plaza para separarlos, sin darse cuenta de que interrumpía una riña de gallos. Irritados, los espectadores atacaron a Antonio. Uno de ellos lo amenazó de muerte, porque estaba a punto de ganar una fortuna en apuestas.

Antonio, asustado, decidió irse de la ciudad. Luego de 3 días de viaje, Antonio se encontró con un pescador.

-¿Adonde te diriges?-preguntó el pescador.

-No lo sé.

Compadecido de la situación, el pescador lo llevó a su casa. Tras una noche conversando, descubrió que Antonio sabía leer y le propuso un trato: él le enseñaría a pescar y, a cambio, Antonio le enseñaría a leer y escribir. Antonio aprendió a pescar. Con el dinero del pescado, compró libros para poder enseñar al pescador. Leyendo, aprendió cosas que no sabía. Uno de los libros enseñaba carpintería, y Antonio decidió montar un pequeño taller. Entre los dos compraron herramientas y se pusieron a hacer mesas, sillas.

Pasaron los años. Ellos seguían pescando, y contemplaban la naturaleza desde el río. Seguían estudiando, y los libros les iban revelando el alma de los hombres. Seguían trabajando en la carpintería, y el trabajo físico los hacía fuertes y sanos. A Antonio le encantaba conversar con los clientes. Como ahora era un hombre culto, sabio y sano, le gente le pedía consejo. La ciudad progresaba, y todos encontraban en él a alguien capaz de dar buenas soluciones. Los jóvenes de la ciudad formaron un grupo de estudio alrededor de ellos, y predicaron a los cuatro vientos que eran discípulos de sabios. Una tarde, uno de los jóvenes le preguntó:

-¿Decidiste abandonarlo todo para buscar la sabiduría?

-No -respondió Antonio-. Tenía miedo de ser asesinado en la ciudad donde vivía.

Los discípulos trajeron a un famoso biógrafo para que relatara la vida de los Dos Sabios, como ya se los conocía. Ellos contaron su historia.

-Pero nada de eso refleja su sabiduría -dijo el biógrafo.

-Es que en nuestras vidas, no ha habido nada de extraordinario.

Cuando se publicó el libro, se convirtió en un gran éxito de ventas. Era una maravillosa y emocionante historia de dos hombre; que, en busca del conocimiento, dejan todo lo que estaban haciendo, luchan contra la adversidad, encuentran maestros secretos.

-No tiene nada que ver con nosotros -dijo Antonio al leerla.

-Los sabios deben tener vidas emocionantes -dijo el biógrafo-. Una historia debe enseñar algo, y la realidad nunca enseña nada.

Antonio sabía que la realidad enseñaba todo lo que un hombre necesita saber, pero de nada serviría intentar explicar eso.

"Que los tontos sigan viviendo con sus fantasías," le dijo al pescador.

Y ellos siguieron leyendo, escribiendo, pescando, trabajando en la carpintería, enseñando, haciendo el bien. Sólo prometieron no volver a leer nunca más libros sobre la vida de los santos, ya que la gente que escribe ese tipo de libros no comprende una verdad bien simple: todo lo que hace un hombre corriente en su vida diaria lo acerca a Dios.


Publicado en página 40 Revista Viva del 8/7/2007

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