viernes, 13 de julio de 2007

Obedece a tu corazón

Generalmente, el mejor lugar para empezar de nuevo es justo donde estás. Antes de querer cambiar el mundo, ¡considera primero cambiar tu forma de pensar! Cuando tú cambias, tu realidad cambia, es una ley.

Todos fracasamos. Pero el fracaso no es lo que duele. Lo que duele es saber que no hicimos nuestro mejor esfuerzo.

Ten la disciplina de hacer esas pequeñas cosas que no te gustan y podrás dedicar tu vida a las grandes cosas que sí te gustan.

Las personas felices no sólo aceptan los cambios; ¡les dan la bienvenida! Son el tipo de gente que dice: «¿Por qué querría que mis próximos cinco años fueran como los cinco anteriores?»

Cuando nos aferramos a las cosas, a las personas o al dinero, ¡nos convertimos en prisioneros suyos! El reto de la vida consiste en valorar todo y no apegarse a nada.

Acerca de dar consejos: si las personas no te los piden, ¡seguramente es porque no los quieren!

La primera ley de la expansión es «el orden». Para que algo crezca necesita un método. Observa las flores; parte una naranja; fíjate en la simetría de los árboles y las colmenas. En ellos encontrarás disciplina. La naturaleza conserva lo esencial y desecha lo superfluo. A eso se le llama organización.

La motivación resulta de hacer las cosas, no de pensar en ellas.

La próxima vez que te sientas molesto recuerda que la causa no está en las personas que te hicieron enojar, sino en tus pensamientos acerca de ellas. Sean cuales sean los pensamientos que te causan dolor, son sólo pensamientos. Y puedes cambiar tus pensamientos.

Mientras más te dejes llevar por tus emociones, menos control tendrás. La mayoría de las personas se apasionan por tener dinero. Por eso no tienen control sobre él.

Ir en pos de tu sueño no te garantiza que el camino estará tapizado de flores. La vida es un constante desafío. Cuando te embarcas en un viaje exterior emprendes un viaje interior. Entonces tienes la oportunidad de florecer, de saber quién eres en realidad.

¿De dónde sacamos esa idea de que si no personas a las personas, ellas sufrirán?

Para que el mundo te trate bien, tú debes tratarte bien. ¿Cómo podrías sentirte dueño del mundo si tus zapatos tienen agujeros?

Todos los «desastres» que ocurren en tu vida, más que desastres, son oportunidades para cambiar tu forma de pensar sobre ellos.

¡Casi todos hemos aprendido al revés! Aprendimos: si no te gusta tu trabajo, déjalo; si no te gusta tu esposa, déjala. A veces es conveniente cambiar de empleo o de pareja, pero si tú no cambias, estarás preparando el escenario para más de lo mismo.

Al perdonarnos a nosotros mismos dejamos de criticar a los demás.

Siempre atraemos las experiencias que necesitamos para aprender. Por eso, frecuentemente atraemos lo que más tememos. Si temes la soledad, atraerás soledad. Si temes quedar en ridículo, caerás de bruces en el piso. Ésa es la manera en que la vida fomenta nuestro crecimiento. La única manera de vencer el miedo es enfrentarlo.

Cuando nos duele el cuerpo, el cuerpo nos recuerda que debemos descansar, cambiar de zapatos o buscar otra forma de hacer las cosas. Cuando nos duele la mente, el dolor nos recuerda que debemos dejar de preocuparnos, ser más compasivos o cambiar nuestra forma de pensar. El dolor no es el enemigo. ¡Es nuestro aliado!

La valentía no es la ausencia de miedo; es la determinación de actuar a pesar de él. Las personas que corren grandes riesgos tienen tanto miedo como las que no hacen nada con sus vidas. Sin embargo, a estas últimas las asusta enfrentar cosas insignificantes. ¿Por qué no asustarnos por algo que valga la pena?

Si somos honestos con nosotros mismos, comprobaremos que hemos contribuido en todo lo que nos ha sucedido en la vida.

Empieza por donde puedas. Haz tu mejor esfuerzo en todo lo que hagas y las oportunidades empezarán a encontrarte. A eso se le llama crear una reputación.

Las personas más felices no se preocupan demasiado por cosas como si la vida es justa o no. Sólo siguen adelante.

Si deseas tener más tranquilidad, deja de calificar todo lo que ocurre como «bueno» o «malo».

Si piensas que el mundo está en tu contra, lo estará. Culpar a los demás no sirve de nada. Si luchas contra la vida, ella siempre te ganará.

El universo llama nuestra atención con ligeros codazos. Si los pasamos por alto, entonces utilizará un martillo. El crecimiento es más doloroso cuando nos resistimos a crecer.

Si en tu vida hay algo que no te gusta, ¡deja de preocuparte y de hablar de ello! La energía que le dedicas lo mantiene vivo. Retírale tu energía y muy probablemente desaparecerá.

Tu misión en la vida no consiste en evitar los problemas; consiste en llenarte de emoción.

Todo aquello en lo que te concentras... crece. Así pues, ¡piensa en lo que quieres!

La despreocupación es una de las razones por las que las personas adineradas se hacen más ricas. A ellas el dinero no les preocupa demasiado; no las desespera. Hay una gran diferencia entre la actitud de una persona pobre –ansiosa de tener dinero- y la de una persona rica –convencida de que lo obtendrá.

Para ver las cosas de otra manera no necesitas fuerza de voluntad, confianza o una cirugía cerebral. Sólo requieres el valor de pensar en algo novedoso. Tus creencias determinan tu calidad de vida.

El saldo de tu cuenta bancaria no determina el valor de tu riqueza. La riqueza es todo lo que va y viene por tu vida.

Tu vida marchará bien cuando asumas plena responsabilidad por tus elecciones. La elección de tu carrera profesional es la prioritaria.

La naturaleza busca el equilibrio, y es imposible estar desesperados y equilibrados al mismo tiempo. La vida no tiene que ser una batalla sin tregua. Deja que las cosas fluyan.

El universo no tiene favoritismos. Tu éxito y felicidad dependen de leyes y principios naturales, y de la manera en que los apliques.

Todo acontecimiento tiene el potencial de transformarnos, y los desastres son los que más pueden cambiar nuestra forma de pensar.

La vida ocurre en oleadas. Esto significa que las crisis familiares, las invitaciones a bodas y las reparaciones del auto rara vez llegan solas. Cuando llegue un mes sin cuentas por pagar, conviene decir: guardaré algo para la ola siguiente. Cuando la ola nos arrastre, conviene decir: Esto es sólo temporal.

No estamos aquí para sufrir un castigo. Estamos aquí para aprender.

Simplifica tu vida. Deja de hacer cosas sólo por costumbre. Despeja de basura tu vida diaria y verás tu camino con más claridad.

Tu vida es un reflejo exacto de tus creencias. Cuando cambias tus creencias más profundas acerca del mundo, tu vida también cambia en consecuencia.

Tan pronto tomamos la decisión de hacer algo, aparecen los medios para llevarlo a cabo. Podemos pensar que esos golpes de suerte son meras coincidencias, pero si observamos con atención comprobaremos que suceden con regularidad.

No necesitas ser un genio para triunfar, ¡pero sí necesitas un buen plan! ¡Casi todos se dan por vencidos!

Empieza cada día con la intención de permanecer equilibrado y tranquilo. Algunos días te mantendrás así hasta la hora de dormir; en cambio, otros no llegarás en paz ni al final del desayuno. Si la tranquilidad se convierte en tu meta diaria, cada día lo harás mejor.

Tu misión en la vida no es cambiar el mundo. Tu misión es cambiarte a ti mismo. No hay soluciones «externas», sólo soluciones «internas».

Haz tu mejor esfuerzo, pero no porque necesites impresionar a los demás. Hazlo porque sólo así disfrutarás tu trabajo.

La felicidad consiste en hacer lo que te gusta y en esforzarte porque así lo decidiste, no porque sea una obligación. Tus acciones son el vehículo que te mantiene en contacto con los demás.

Pepe dice: «Pienso así porque mi vida es un desastre» No, Pepe, tu vida es un desastre ¡porque piensas así!

Estamos aquí para aprender. El mundo es nuestro maestro. Si no aprendemos una lección, ¡debemos recibirla una y otra vez! Cuando aprendemos una lección, pasamos a la siguiente. ¡Y las lecciones nunca se agotan!

Dios no va a bajar de una nube para decirte: «¡Ahora tienes permiso para triunfar!» Tú debes darte ese permiso.

La pregunta siempre es la misma: «¿Qué vas a hacer con lo que tienes?» Si la respuesta es: poco, nada mejorará. El universo recompensa el esfuerzo, no las excusas.

La ley de la semilla dice: esfuerzo + paciencia = resultados. Los frutos se recogen después de haber hecho el trabajo.

Hacer lo que te gusta no es la receta para una vida fácil. Es la receta para una vida interesante.

Si no sabes qué te gusta hacer, probablemente dejaste de escucharte hace muchos años. Para complacer a los demás, muchos de nosotros aceptamos convertirnos en personas que no somos.

¿La vida te sonríe y una vocecita te dice: «Esto no durará»? Respóndete: «¡Quizá todo está a punto de mejorar!».

La vida es así: si quiere prevenirnos sobre algo nos arroja pequeños guijarros. Si ignoramos los guijarros, nos golpea con un ladrillo. Si ignoramos el ladrillo, nos saca de combate con una piedra. Si somos honestos podemos identificar cuándo pasamos por alto las señales de alarma. Y luego tenemos el descaro de preguntar:«¿Por qué a mí?»

La tranquilidad no es resultado de tener menos problemas; ¡es resultado de criticar menos!

Amar a las personas significa darles la libertad de ser quienes decidan ser y de estar donde decidan estar. Amar es permitir a las personas formar parte de tu vida si así lo desean.

¿En qué momento has tomado las decisiones más importantes de tu vida? Cuando estabas por los suelos, luego de los desastres, los rechazos, las patadas. En ese momento te dijiste: «Estoy harto de estar quebrado, harto de que me traten con la punta del pie, harto de ser mediocre. Voy a hacer algo». Las lecciones más importantes son las que aprendemos cuando las cosas se ponen difíciles.

Para obtener y conservar algo en tu vida –sea un trabajo o una relación- debes sentirte satisfecho con ello. Para ganar dinero y conservarlo, ¡debes sentirte a gusto con él!

Para encontrar primero debes buscar. Si perdiste el rumbo de tu vida, difícilmente lo encontrarás en el fondo de las copas. Concédete un descanso. Date tiempo y espacio para analizar qué es importante para ti.

Actúa como si cada acontecimiento tuviera un propósito, y tu vida tendrá un propósito. Descubre por qué necesitabas salir venturoso de ciertas experiencias, y no las necesitarás otra vez. En última instancia, sólo puedes confiar en tu guía interior. Dicho de otro modo, obedece a tu corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo texto... Gracias por mostrarme y permitirme aprender de ti.

Nuria