Trabaje la empatía, ábrase a los demás.
Obsérveles y escuche. Fíjese en sus gestos, en su mirada, en su forma de hablar.
Aprenda a sentir lo que ellos sienten.
Cultive el autocontrol, pero sin suprimir las emociones. Observe y analice hasta qué punto esos sentimientos son eficaces para algo. O si le hacen daño.
Analice sus tensiones e instintos. Sin reprimirse, ponga orden y canalícelos.
Rebobine. Después de una discusión o de un día triste, pregúntese por qué. Si su reacción fue proporcionada, si merecía la pena haberse comportado así...etc.
Busque oportunidades para reir. La risa y el buen humor nos hacen más felices. Y, además, parece que alargan la vida.
El placer ayuda a vivir mejor las emociones.
Búsquelo. Los instintos reprimidos dan lugar a agresividades desplazadas.
El mundo no se acaba hoy ni aquí. En situaciones graves o dramáticas, mire hacia detrás (recuerde momentos de plenitud, todos los hemos vivido) y hacia delante (vendrán más). Sobran los
motivos para luchar. Un sólo instante de felicidad, aunque sea dentro de un año, merece el esfuerzo que seamos capaces de hacer ahora.
Revista Consumer
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