La vía de la evasión es la vía de las justificaciones falaces, las componendas y composturas, los subterfugios y pretextos. Es la vía del autoengaño, del escapismo, la huida, el desencuentro. Aparentemente es consoladora y parece aliviar el dolor, pero a la larga se paga un coste psíquico elevadísimo. No se puede estar siempre jugando al escondite con uno mismo. Hay dificultades fuera y dentro de nosotros y hay que tratar de abordarlas y hasta donde sea posible resolverlas y eso sólo puede conseguirse enfrentándose a ellas y no ignorándolas. Pero hay que ser muy hábil en ese enfrentamiento para no generar tensión innecesaria, oposición frontal que intensifique las dificultades.
Es necesario ver y no retirar la vista, porque es el modo de superar las complicaciones. Cuando uno ve, toma conciencia de lo que es y procede con madurez y responsabilidad. Lo que es sigue existiendo aunque uno se niegue a verlo. Ver con la mente muy atenta, sin juicios ni prejuicios, tratando de contemplar lúcidamente el objeto de la visión, es esencial y coopera en la conquista de la madurez emocional. De ese modo podremos ver cara a cara a nuestros enemigos internos y tratar de disiparlos o transformarlos; tomaremos así conciencia de nuestros embustes y autoengaños, celos y temores, apegos y aversiones. Ver lo que es fuera o dentro de nosotros no es tarea sencilla, porque muchos condicionamientos tienden a distorsionar nuestra visión o porque nuestros automatismos nos orientan hacia lo fácil, que es no darse cuenta e ignorar para no tener que esforzarnos en resolver un conflicto o superar un impedimento. Una mente que se oculta la realidad interior o la exterior, no puede madurar y seguirá acumulando conflictos inconscientes.
Para ver las cosas como son, dentro y fuera de nosotros, se requiere un largo aprendizaje, coraje y madurez. Toda vía hacia la realización de sí pasa por el autoconocimiento, que es encuentro con uno mismo. Hay que modificar actitudes internas y a veces situaciones externas, poniendo así los medios para avanzar por la senda de la madurez psíquica y permitir que se desencadenen nuestros mejores potenciales anímicos. No puede haber crecimiento psíquico a través del enmascaramiento y de la huida, por muy hiriente que pueda resultarnos el proceso de desenmascararnos y conocernos. Hay muchas cosas que tal vez no queramos ver en nosotros, pero habrá que hacer un esfuerzo de conciencia y voluntad para comenzar a descubrirlas. Hay fuerzas muy poderosas que pueden operar a nuestro favor siempre y cuando les permitamos que surjan y no las sigamos reprimiendo o saboteando. Al ir poniendo los medios para hallarnos a nosotros mismos, tenemos que evitar los prejuicios, tanto aquellos que nos llevan a menospreciarnos como los que nos inducen a justificarnos.
La sinceridad con uno mismo es necesaria, así como el firme anhelo de búsqueda interior. Al ir descubriendo nuestro yo mas genuino, podremos tender puentes fructíferos hacia el yo de los otros. No nos vemos porque tenemos vernos; no nos buscamos, porque nos hemos acomodado a un "equilibrio" tan precario como ficticio, pero que nos ofrece una muy falsa seguridad. Nuestras mejores energías internas permanecen muchas veces aprisionadas porque ni siquiera les brindamos una oportunidad para que afloren y vamos recurriendo a todo tipo de autodefensas narcisistas que sólo nos permiten ver nuestro yo idealizado pero no nuestro yo real.
Una de las mas bellas y aleccionadoras narraciones místicas de la India es la del ciervo almizclero. Es propio de estos animales exhalar un penetrante perfume que brota de su interior y que se esparce a muchos metros alrededor:
"Esta es la historia de uno de estos ciervos que cuando se hizo adulto comenzó a oler el embriagador perfume. ¿De donde provenía aquel maravilloso olor? Empezó a buscarlos fuera de sí, pero no era capaz de hallar su origen. Se dirigía de uno a otro lado, incansablemente, ignorante del origen de tan penetrante aroma. Así fueron transcurriendo los años de su vida y en las postrimerías de la misma, ya agonizando, el pobre animal se preguntaba todavía de dónde surgía ese olor maravilloso".
Ramiro Calle
Mirarse con los ojos del alma y descubrir lo que realmente es uno puede llevarnos a romper con esa forma de vivir a la que estamos tan acostumbrados. Pero es la única manera para reconciliarse con uno mismo y acceder a otros niveles de existencia, porque nuestro corazón nunca es ajeno a la verdad y busca realizarse en la plenitud de nuestro yo divino.
Es nuestro destino profundizar en el interior de nosotros mismos para conseguir vivir en la realidad del amor.
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