Hace mucho tiempo atrás existía algo más que el negro, algo que los hombres llamábamos colores. El sol era amarillo, las rosas rojas y también blancas.
También se dice que de vez en cuando nos poníamos a observar y a pensar. Pero hubo un día en que las personas decidimos llevar una vida monótona, oscura, casi robótica y dejamos de detenernos para mirar eso tan perfecto, tan hermoso llamado colores.
Hubo gente que notó lo que pasaba; no era que los colores se desvanecieran, sino que las personas dejaron de verlos, no por que no quisieran, sino por que no les interesaba.
Alguien pudo despertar de este ensueño programado por la sociedad, ese horror que nosotros mismos creamos, una infernal pesadilla que no fue obra de Dios, ni de una fuerza sobrenatural, sino sólo creada por el hombre, el único a quien en realidad afectaba; porque no era que las rosas no eran rojas, sino que simplemente habíamos perdido ese hermoso poder de percibir los colores, pero lo más grave fue perder la capacidad de pensar en algo distinto en nuestra vida cotidiana.
Y ninguna persona en esos siglos de negrura se atrevió a salir del círculo de la cordura, dejándose llevar por la imaginación, el alimento más gratificante que tiene el alma.
Veía a los hombres manejados como por control remoto, ni siquiera voltean la cabeza para ver qué pasa a su alrededor.
Sintió algo que nunca había sentido, sentía tristeza y al instante una pesada lágrima recorrió su mejilla, como lo hace un río de deshielo en Primavera, cae suavemente sobre una azucena y milagrosamente, como si limpiara la negrura de la indiferencia, esa gota abrió un espacio brillante que resaltaba en la fría y silenciosa oscuridad. Algo tan hermoso y extraño que nadie podría llegar a entender, y lo suficientemente poderoso como para lograr que los hombres de la tierra voltearan la cabeza... entonces por un segundo se detuvieron a observar y se olvidaron de sus rutinarias vidas y lograron recordar cómo era... ¿pensar?.
Fue en ese instante cuando algo en sus cabezas volvió a encenderse y todos lloraron, pues comprendían cuánto habían perdido y las lágrimas de los hombres fueron una lluvia de esperanza, un punto brillante en una tierra oscura, abriendo un sendero hacia el futuro, un futuro con... colores.
** Color Esperanza - Diego Torres **
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