domingo, 25 de febrero de 2007

LA PRESENCIA DE LA MUJER EN LA FAMILIA

El final del siglo veinte pasará a la historia como una época marcada por los serios cuestionamientos sobre la supervivencia de la especie humana, no por la inminencia o el peligro de una guerra nuclear, sino por lo que llegó a percibirse como una auto destrucción escalonada, resultado de la pérdida de los mismos valores, que en otra época garantizaron su crecimiento.

Términos como: derecho a la vida, familia disfuncional, suicidio de adolescentes, bebes adictos, ruptura del núcleo familiar, padres ausentes y muchos términos más, que nacieron o florecieron en las dos últimas décadas del ultimo siglo, evidencian la crisis de valores que caracterizó a una sociedad en que la unión familiar, las relaciones padres-hijos, el amor, la ternura y la responsabilidad, pasaron a un segundo plano.

Uno de los grandes paradigmas de este nuevo siglo será el retorno a todos aquellos valores que suelen crecer y solidificarse en el núcleo familiar.

La mujer, en este entorno, ocupa un papel fundamental, porque son quienes tienen el don y la capacidad para transmitir la ternura, la paciencia, la tolerancia; son quienes a través de la intuición, captan lo que nuestros hijos sienten y necesitan y transmiten a los padres, esposos; lo que muchas veces no se percibe con facilidad.

Examinemos por un momento, cómo se desenvuelven las actividades en el núcleo de la familia de hoy, para ver dónde está la raíz de algunas situaciones que debemos solucionar para evitar ser una estadística más, de una familia disfuncional.

Es indudable que el núcleo familiar ocupa un lugar prominente en la escala de prioridades de la gran mayoría de los seres humanos, porque dedicamos una gran cantidad de tiempo a pasar nuestra vida en familia; lo hacemos como hijos primero, luego como espos@s y finalmente, como padres.

El hogar siempre ha sido el espacio a donde llegamos y a donde regresamos; es el entorno que nos acoge si estamos enfermos o si necesitamos consejo; es el símbolo del amor y la paz, de la comprensión y el apoyo.

Muchas veces damos por sentado que esta situación nunca cambiará y por ello olvidamos prestar la debida atención a nuestras relaciones familiares. Olvidamos cultivar la armonía, la unión y la comunicación entre sus miembros.

¿Por qué, si la familia ocupa una prioridad tan alta en nuestras vidas, nuestras acciones no siempre se orientan a darle solidez a esta unión?

¿Cuántos minutos a la semana crees que pasamos los padres conversando en términos cordiales con nuestros hijos?.

Diversos estudios indican que el promedio que se emplea es alrededor de cinco minutos semanales conversando con nuestros hijos en tonos normales. Todos estamos de acuerdo en que compartir nuestro tiempo con los hijos tiene un gran valor. Entonces ¿por qué dedicamos tan poco tiempo a dicha actividad?

Creo, que la razón por la cual la comunicación con nuestros hijos es casi inexistente, a pesar de la importancia que, por lo menos verbalmente, le hemos asignado, es porque ésta no es apremiante; no la percibimos como urgente, a menos que exista un problema que exija nuestra atención, porque pensamos que ellos siempre estarán allí, a nuestro lado y eso nos da la certeza de que podemos hablar con ellos en cualquier momento.

Tendemos a posponerlo porque no sentimos ninguna urgencia y porque no existe una circunstancia apremiante que demande una atención inmediata.

¿En qué momento los padres nos acercamos a nuestros hijos para preguntarles si tienen algún problema?. Comúnmente y lo mas probable es cuando ya es tarde y no podemos hacer nada por nuestros hijos.

Aún cuando no podemos establecer patrones generales de comportamiento frente al tema de la comunicación con la familia, es triste observar cómo, a pesar de la gran importancia que tiene, no le damos la prioridad que se merece. Nuestras acciones diarias muestran que ésta no es una actividad que tenga la misma urgencia de otras.

Muchas acciones que son de gran importancia para nuestro éxito personal no nos están acosando constantemente para que las realicemos. Ellas están ahí, esperando que nosotros tomemos la decisión de actuar.

¿Cuánto tiempo semanal de conversación ininterrumpida hay entre esposo y esposa?

Varios estudios informan que el promedio es de 27 minutos de conversación continua.

¿Es vital hacerlo?

Es altamente probable que todos pensemos que si lo es, pero ¿es urgente?. En realidad no, porque todos suponemos que la esposa o el esposo -como los hijos- siempre van a estar ahí y podemos comunicarnos “después”. La falta de comunicación, el posponer el diálogo para un momento “más apropiado” es uno de los factores que más influye en las elevadas tasas de divorcio de las parejas. Su distanciamiento proviene en gran parte de la comunicación pobre entre ellos; de tener expectativas irreales acerca del otro, del matrimonio y de olvidar los pequeños detalles que fueron los responsables del acercamiento y la atracción inicial.

Pero también sabemos que muchos matrimonios logran salvarse, gracias al papel activo que tienen quienes poseen una escala de valores que esperamos proyectar con permanencia, confianza, ética en nuestros hijos y en nuestra pareja.

Nuestra presencia es vital en el equilibrio familiar, en la relación padre/madre-hijo y en las decisiones conjuntas que tomemos hacia el futuro en la educación de los hijos.

Recuerda que tú eres el pilar del amor y de la educación. Tu presencia activa en la familia hará que ésta no se desmorone con facilidad. Revisa tu vida, tus sueños, tus necesidades, y transmite a los tuyos la paz y la madurez que ellos siempre buscarán en ti.

Miccael Sais
Adaptación: Rosmary Covarrubias

*** Mujer - Orishas ***

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