jueves, 13 de septiembre de 2007

SILENCIO, SECRETO Y DISCRECION

Ternario del Mago

Una de las enseñanzas fundamentales de lo esotérico y que en principio critican los aprendices, precisamente porque acaban de llegar del bullicioso mundo profano “de las tinieblas del mundo exterior ” en donde están acostumbrados, según su rango y posición social, a hablar y expresar libremente sus ideas, es la disciplina del Silencio con la cual la tradición pretende que sus adeptos se hagan más bien pensadores que habladores, en el entendido de que “ quien habla mucho piensa poco, ligera y superficialmente ”; mientras que quien medita mucho, habla concreta, pausada y profundamente.

La tradición entiende, siguiendo aquel aforismo “Veritas nimium altercando amititur ” que no se llega a la verdad con muchas palabras y discusiones sino más bien a través del estudio, la reflexión y la meditación silenciosa.

Por eso las cualidades básicas del Aprendiz de magia constituyen un ternario en la vida del iniciado que implica: 1. Prudencia para investigar 2. Perseverancia para meditar y 3. Concentración para comprender

Para el buen Aprendiz, aprender a callar es aprender a pensar, intuir y meditar haciendo uso de lo que algunos llaman la sabia contención, virtud que antecede a la sabia expresión; para lograrlo, es indispensable recurrir a la ascesis del Silencio, como Silencio creador que permite en el desarrollo del ritual, armonizar nuestra conciencia con el mundo mágico y con todo aquello que lo conforma, en aras no simplemente de conocerlo, sino de comprenderlo debidamente.

Saber callar es tan importante como saber hablar, e incluso en muchas oportunidades es más importante callar, pues la tradición entiende que si bien la palabra es de plata, el Silencio es de es oro; y para poder aprender debidamente el arte de la oratoria a la perfección, es necesario adiestrarse debidamente en el arte del Silencio “ rectificando con el espíritu de la reflexión todas las expresiones verbales instintivas que nos traicionan, propias del hombre Profano. ”

Ese espíritu de la reflexión es el que permite al iniciado la comprensión del ternario filosófico del silencio : 1. Observo, dudo y concluyo 2. Concluyo, observo y dudo y 3. Dudo, medito y descubro.

Así pues, el Silencio, si bien en algunos casos es un Silencio forzado, impuesto por las Ordenes iniciáticas y aceptado voluntariamente por quien quiere hacerse partícipe de los misterios, no convierten a sus adeptos, como creen algunos, en un cuerpo inerte, desnudo y abandonado, minimizado ante y por sus hermanos; por el contrario, lo prepara para ser un cuerpo investido con la toga del entendimiento que lo alienta al conocimiento de sí mismo y de aquel conocimiento que adquiere a través de sus congéneres; una preparación del “ ser senti pensante ” antes que del ser senti parlante; esto es, una preparación como hombre libre.

El mago sabe que “ la libertad verdadera, la libertad en el sentido iniciático, nace y se refuerza en lo íntimo de la conciencia ”, por ello, vaya paradoja, al Iniciado se le considera hombre libre y, sin embargo, en el desarrollo del ritual se le coarta su libertad de expresión, sometida a la concesión de la palabra por su maestro para que primero posea esa libertad en su fuero íntimo, en sus pensamientos, antes de ejercitarla con sus palabras y en sus acciones, porque es en la intimidad de la conciencia donde descubrirá que “ la libertad espiritual que reclamamos los iniciados no reposa en decir cuanto se quiera, sino en la disponibilidad de examinar abiertamente las nuevas ideas y las opiniones de los demás ” sin necesidad de recurrir a cuchicheos o a eruditas y Profanas discusiones.

Para que el iniciado llegue a conocer la verdad esotérica que en síntesis es libertad para entender que “ las certezas del iniciado son siempre solamente hipótesis sobre las cuales meditar, según el método propio de la ciencia mágica” y que la sabiduría consiste, como expresa el filósofo “ en la moderación y el conocimiento de los límites ”, debe discernir lo que realmente él es, discernimiento que se logra mediante la comunión íntima consigo mismo; sino es así, el iniciado aunque fuese investido de múltiples dignidades o reconocimientos, jamás estará en condiciones de comulgar con la propia tradición iniciática, ni logrará hacerse partícipe de sus beneficios porque carecerá siempre de las Herramientas necesarias para aquel “continuo pulimento producto del nacimiento, no a la luz de la vida, sino a la luz del saber”.

En el Silencio “ las ideas se maduran y se clarifican, y la verdad aparece como la verdadera palabra que se le comunica en el Secreto del alma a cada ser ”; el arte de callar es, en consecuencia, un arte complejo que se trabaja y se labra con el átame devastador de las impurezas en el interior del pensamiento; esto es, cocinando los pensamientos en el Athanor, caldero mágico u horno alquímico del Silencio iniciático, que no es cosa diferente que someter las ideas al análisis o meditación de lo que se observa y se escucha, proyección simbólica del “ bosque de la reflexión en donde morimos a la condición de Profanos”.

Cuando el Iniciado aprende a callar el pensamiento, es cuando la verdad puede íntimamente revelarse y manifestarse a su conciencia, porque el Iniciado no puede “ pretender expresar todas las verdades parciales del mundo exterior ”, sin antes satisfacer la sed de la verdad que se halla en su ser espiritual.

Aprender acallar es aprender a permanecer en lo “ mas impenetrable y secreto del espíritu ” en aquel lugar donde los iniciados no sólo alcanzan la verdadera libertad, sino igualmente donde aprendemos el significado de la tolerancia.

El aprendiz debe entender que la exploración de los Misterios de la tradición es inicialmente, y así permanece por siempre, un viaje de auto descubrimiento; por ello, mientras el aprendiz no se auto descubra en el Silencio purificador, no estará esotéricamente legitimado para hablar de aquello que aún no está preñado de un conocimiento interior.

Con razón se afirma: “ No se puede pretender incendiar el universo cuando aún no se ha logrado siquiera incendiar una sola de nuestras palabras ” y esa palabra sólo se incendia cuando el aprendiz ha logrado establecer el reconocimiento íntimo de la verdad, que es vida interior de las expresiones imperfectas y transitorias; que es confrontación y, a su vez, simbiosis entre el saber y la creencia.

Los magos comprenden que el saber tiene como fundamento la experiencia externa, mientras el creer tiene su base en el sentimiento íntimo y en la intuición, lo que parece crear un abismo insondable entre el conocimiento y la creencia; sin embargo, saben que el Silencio creador le permite al iniciado entender que en verdad ese abismo no es más que simple apariencia, pues tanto la evidencia externa como el sentimiento interno son dos de “ las Columnas sobre las cuales descansa la tradición iniciática ”.

El Silencio creador es igualmente la base de la construcción del ternario del bien, de lo bello y de lo verdadero ), pues en el interior del ser, en la comunión consigo mismo, el alma persigue la idea del bien, valga decir, de lo justo, preparándose para conocer la verdad; ensanchando en el pensamiento constructivo la idea de lo bello, el alma alcanza la belleza intelectual y sumergiéndose en la búsqueda de la belleza interior, que no es cosa diferente que perseguir la idea de lo verdadero, el mago alcanza la esencia de la tradición.

Pero para poder realizar la disciplina del Silencio debemos igualmente comprender el significado y alcance del Secreto.

Todo cuando se refiere a los Trabajos iniciáticos, Signos y medios de Reconocimiento. entre hermanos debe conservarse en Secreto, puesto que de esa Secretuidad depende la perfecta aplicación, utilidad y eficacia de las Herramientas; son esos los verdaderos metales con que se forja y se suelda en el yunque filosófico, “la Cadena mística que abraza la superficie de la tierra ”.

Ninguna razón justifica que el mago viole aquella alquimia con la cual la tradición pretende convertir el plomo en oro; nada justifica que el aprendiz viole el Secreto al que se obligó con su solemne juramento para con sus fraternales y nada justifica que viole el secreto de lo ocurrido en los rituales.

El Secreto es una fuerza mágica sin la cual la tradición no podría construir sus Templos y sin esa posibilidad de construcción, el Mago no podrá tener conciencia del microcosmos como expresión del macrocosmos, esto es, conocimiento de la magia y de las enseñanzas veladas que en la naturaleza se esconden, accesibles a quienes se encuentren preparados para recibirlas.

En principio tendrán razón algunos avezados magos cuando afirman que el ritual no es totalmente Secreto a la sociedad Profana.; sin embargo, quienes así razonan, desconocen que la verdadera utilidad del ritual y de las Herramientas sólo es accesible a quienes conocen el arte de la alta magia, “ de la misma manera que ciertos instrumentos Profanos sólo sirven a quienes son expertos en determinada ciencia u oficio ”; por ello, el verdadero Secreto y su naturaleza esotérica, pone al ritual y a la utilidad de las Herramientas al abrigo de los espíritus impuros o superficiales, tanto fuera como dentro de las sociedades iniciáticas.

Y aunque pueda hablarse de ese Secreto en obras a las cuales se puede acceder en librerías y bibliotecas Profanas, su comprensión y entendimiento no pueden ir mas allá de lo que pretendieron y desearon los creadores de las tradiciones, en cuanto sabían que en el mundo Profano hay quienes tienen ojos pero no ven y oídos pero no oyen; “ los que leen y entienden, o bien son Magos deseosos de conocer el oculto significado de nuestro arte, o bien son Profanos con espíritu de Magos ”, que en cuanto no están contra nosotros, están con nosotros.

La discreción del mago que entiende los Secretos del arte real, debe ejercer la Secretuidad incluso con sus Hermanos. “que no posean todavía la suficiente madurez para que puedan hacer uso provechoso de sus palabras” porque un verdadero mago sabe, siguiendo uno de los principios herméticos, “ que la carne seca es para los hombres y la leche para los niños ”.

Así pues, cultiva primero el arte del Silencio, el arte del Secreto y de la Discreción Mágica, ternario del aprendizaje del brujo que nos permitirá acceder a la luz iniciática, teniendo presente que “ no hay hombre o mujer más noble que el iniciado o la iniciada que silenciosa, secreta y discretamente. sirve a sus luces, siempre que se convierta el mismo en luz para sus semejantes ”.


Mario Nicolás Cadavid Botero
M:. M:. Y S. S.

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