viernes, 1 de septiembre de 2006

LA MENTE QUIETA. OSHO

UNA MENTE QUIETA:
LA PUERTA HACIA LO DIVINO
 Osho
 
El saber sin oscilaciones
Es asana,
La postura.
 
         El hombre no es solamente un cuerpo ni sólo una mente.  Es ambos.  Incluso afirmar que es ambos, es erróneo en cierta forma porque cuerpo y mente están separados sólo si son considerados como dos palabras.  La existencia es una.  El cuerpo no es nada sino la capa más externa de su consciencia, la expresión más evidente de tu consciencia.  Y la consciencia, por otra parte, no es nada más que el cuerpo más sutil, la parte más refinada del cuerpo.  Tú existes en medio.
 
         No son dos cosas, sino dos extremos de lo mismo.  Por eso siempre que el saber deja de fluctuar, el cuerpo también resulta afectado; el saber estable crea un cuerpo estable.  Puedes imponer la condición de estabilidad al cuerpo, pero el saber no se volverá por ello estable.  Puede que ayude, pero muy poco.  Puede ayudar, pero no mucho.
 
         La postura corporal se tornó importante porque prestamos más atención al cuerpo.  Incluso los que afirman que no somos cuerpos, piensan en términos corporales.  Incluso en aquellos que dicen, “No somos cuerpos”, su mente, su forma de pensar, permanecen ligadas al cuerpo.  Incluso ellos comienzan por las posturas corporales.  Asana significa colocar al cuerpo en una postura en la cual el cuerpo se mantiene inmóvil, quieto.  Se supone que si el cuerpo está quieto, la mente lo seguirá en la quietud.
 
         Esto no es cierto.  ¡Lo contrario es lo cierto!  Si la mente se aquieta, entonces el cuerpo se aquieta.  Y luego aparece un misterioso fenómeno: si la mente se aquieta, puedes seguir bailando pero tu cuerpo permanece quieto.  Y si tu mente no está quieta, puede que aparentes estar muerto, pero todavía el cuerpo se agitará, porque la mente agitada crea sutiles vibraciones que alcanzan al cuerpo y el cuerpo se mantiene agitado interiormente.  Inténtalo.  Puedes permanecer como una estatua, muerto, como de piedra.  Cierra tus ojos y percíbelo.  Exteriormente nadie puede decir que tu cuerpo está agitado, pero por dentro sabes que así es.  Hay un sutil temblor.  Aunque sea imperceptible desde el exterior, puedes percibirlo por dentro.
 
         Si tu mente está totalmente quieta, aunque dances percibirás interiormente que el cuerpo está quieto.  Un Buda está quieto incluso mientras camina, y uno que no es un Buda no está quieto aunque esté muerto.  Las vibraciones llegan desde tu centro, se originan en ti y luego se esparcen hacia tu cuerpo.  El cuerpo no es el causante, no es el origen, por eso no puedes detenerlas desde la periferia.  Puedes imponerte, puedes practicar, pero por dentro hay agitación.  Y este imponerte causará más conflicto que quietud.
 
         Así que este sutra afirma que para practicar la meditación, se requiere una postura, una postura inmóvil.  Pero ¿qué queremos decir con postura?  Este sutra afirma que “un saber sin oscilaciones” es la postura.  Si la mente no se agita, entonces estás en la postura correcta.  En esa postura correcta cualquier cosa puede suceder.
 
         Por esto, no te engañes a ti mismo creando imitaciones corporales.  Puedes crearlas; es muy fácil.  En la circunferencia, en la periferia, imponer la quietud es muy fácil.  Pero esa no es tu quietud.  Tú permaneces en la agitación, permaneces oscilando.  Las ondas no deben llegar desde el centro…
 
         ¿Cuál es este saber sin oscilaciones?  Este es uno de los más profundos secretos.  Para comprenderlo debemos penetrar en lo más hondo de la estructura misma de la mente, así que empecemos.
 
         La mente tiene muchas clases de pensamientos.  Cada pensamiento es una onda, cada pensamiento es una oscilación.  Si no hay pensamientos entonces la mente se vuelve estable.  Un solo pensamiento y ya estás agitándote.  Un solo pensamiento y ya no estás quieto.  Un solo pensamiento no es un único pensamiento; es un fenómeno muy complejo.  Un único pensamiento es creado por muchas ondas; incluso una sola palabra es creada por muchas ondas.  Sólo cuando están presentes en la mente muchas ondas se crea una única palabra, y un solo pensamiento lo forman muchas palabras.  Miles y miles de ondas crean un pensamiento.
 
         El pensamiento es lo más externo, pero las ondas lo preceden.  Eres consciente sólo cuando las ondas se vuelven pensamientos porque tu consciencia es muy basta.  No puedes ser consciente de cuando las ondas son todavía puras ondas en el camino de transformarse en pensamientos.  Cuanto más consciente te vuelvas, más percibirás que el pensamiento tiene muchas capas.  La forma de pensamiento es la última.  Antes del pensamiento hay ondas-semilla que crean el pensamiento, y antes que las ondas-semilla hay todavía raíces más profundas que crean las semillas.
 
         Las semillas crean pensamientos.  Al menos tres capas son muy fácilmente visibles para la mente consciente.  Pero nosotros no estamos conscientes: estamos dormidos.  Por eso nos damos cuenta sólo cuando las ondas adquieren la forma más basta: el pensamiento.  Por lo que sabemos, el pensamiento es lo más sutil.  No lo es.  El pensamiento, en realidad, se ha convertido en un objeto.  Cuando hay solo las ondas no puedes ni detectar lo que va a suceder, qué pensamiento es el que va ser creado en ti.  Somos sólo conscientes cuando la onda se vuelve pensamiento.
 
         Un solo pensamiento implica miles de ondas, así que podemos concebir lo mucho que nos agitamos.  Un constante pensar, sin un sólo instante sin pensamientos.  Un pensamiento siguiendo a otro constantemente, sin interrupción.  Por eso somos un fenómeno oscilatorio, de agitación.  Soren Kierkegaard ha dicho que el hombre es agitación: sólo agitación y nada más.  Y está en lo cierto de alguna forma.  Por lo que a nosotros afecta, el hombre es una agitación.  Un Buda puede que no, pero entonces Buda deja de ser un hombre.
 
         Este proceso pensante es el proceso de oscilación.  Así que “sin oscilaciones” quiere decir un estado de mente sin pensamientos.  En realidad, el sutra dice “el saber sin oscilaciones”; ni se menciona la mente.  Comprendamos primero, distinguiéndolas, las tres capas de la mente.
 
         Una es la mente consciente, y una clase de pensamiento pertenece al nivel consciente.  Esos pensamientos son los menos importantes.  Constituyen reacciones a la situación presente, reflejos.  Tú vas por una carretera y te cruzas con una serpiente y saltas.  La serpiente te proporciona un estímulo y tú respondes.  Por eso una clase de pensamiento es tal como este: un estímulo exterior y una respuesta desde la periferia.  En realidad no piensas: sólo actúas.  Una serpiente está allí: actúas, te vuelves consciente y actúas.  No indagas en ti qué es lo que hay que hacer.  La casa está en llamas y corres.  Esta es la reacción periférica.
 
         Por eso, una clase de pensamiento es la del tipo reflejo instantáneo.  Incluso un Buda ha de reaccionar así.  Esto es natural, no hay nada malo en ello.  Si reaccionas al momento presente. Nada hay de malo en la mente, pero ese no es el único nivel.
 
         Existe un segundo nivel.  Este segundo nivel es el del subconsciente.  Las religiones lo llaman consciencia.  En realidad este segundo nivel es creado por la sociedad; es una sociedad dentro de ti.  La sociedad penetra en todos, porque la sociedad no puede controlarte a menos que te penetre, así que se vuelve parte de ti.  La crianza, la educación, los padres, los profesores, ¿qué es lo que hacen?  Hacen una cosa; están creando la mente subconsciente.  Te proporcionan pensamientos, estructuras, ideales, valores.  Estos pensamientos pertenecen al segundo nivel.  Son valiosos, tienen su utilidad, pero también son dañinos.  Son medios para moverse con facilidad, con comodidad en la sociedad, pero también son barreras.
 
         Este segundo nivel ha de ser mejor entendido.  Este segundo nivel consiste de ideas internas, ideas fijas, fijaciones.  Por eso, siempre que tu mente periférica se mantenga funcionando constantemente, no es pura.  Sólo un niño es puro, inocente. El funciona respondiendo a la situación.  No hay subconsciente que interfiera.
 
         Tú no funcionas respondiendo a la situación.  El subconsciente está constantemente interfiriendo.  Te proporciona una elección: qué escoger, qué no escoger.  A cada momento te está acosando.  Te vuelves inconsciente de muchas cosas debido al subconsciente.  No te permitirá ser consciente de todo.  Y en muchas cosas te mantienes excesivamente alerta porque esta mente subconsciente te fuerza a mantenerte constantemente consciente de ellas.
 
         Cada sociedad crea una clase distinta de subconsciente, por eso, en realidad, el que uno sea un hindú, o un cristiano o un jaino, pertenece a la mente subconsciente.  En lo que concierne a la mente periférica, todos reaccionan igual.  Es natural.  Pero la mente subconsciente no es natural; es un producto social.  Por eso nos comportamos de formas distintas.  Ves una iglesia.  Un hindú pasa sin darse ni cuenta de que es una iglesia.  No tiene por qué darse cuenta.  Pero un cristiano no puede pasar sin ser consciente de que allí hay una iglesia.  Puede que sea anti-cristiano, conscientemente puede ser como Bertrand Russell que escribió un libro titulado “Por qué no soy Cristiano”, pero se dará cuenta.  El subconsciente funciona ahí.
 
         Un brahmín puede comprender intelectualmente que el problema de la intocabilidad es un acto violento, una crueldad, e intelectualmente puede creer que no es correcto, pero ésta es la mente consciente.  El subconsciente está operando allí.  Si le pides que se case con una chica sudra, le alcanzas de lleno en lo más hondo.  No puede concebirlo.  Incluso comer con un intocable se le hace difícil.  Desde el intelecto comprende que no hay nada malo en ello, pero el subconsciente sigue proyectando y empujando.  Y él  no puede reaccionar con naturalidad: el subconsciente distorsiona, pervierte.
 
         Este subconsciente te suministra constantemente muchas ideas, las cuales crees que son creadas por ti.  No lo son.  Te han alimentado como se alimenta a un ordenador.  Sólo puedes obtener información de un ordenador si se la has introducido previamente.  Lo mismo ocurre en el caso del hombre y también con la mente. 
 
Sea lo que sea lo que obtengas está en función de lo que le hayas introducido previamente.  Todo ha de ser introducido.  Esto es lo que pretendemos expresar con “educación”, la mal llamada educación: alimentar con información.  De modo que está disponible en el inconsciente a cada instante.  Está tan al alcance que, en verdad, aunque no la necesites, emerge.  En todo momento inunda tu mente y ésta se vuelve una constante oscilación, una constante agitación.  Esta mente subconsciente es la verdadera causa de muchos males sociales.
 
         En realidad el mundo podría unificarse si no existiera esta mente subconsciente.  No habría distinciones entre un hindú y un musulmán.  La distinción procede de la alimentación subconsciente y penetra tan hondo que no puedes ni percibir como trabaja.  No puedes traspasarla.  Alcanza tal profundidad que siempre permaneces por delante y te sientes indefenso.  Pero la sociedad también está indefensa.  Es un sustituto; un pobre sustituto, pero un sustituto.  A menos que el hombre se vuelva totalmente consciente, la sociedad no puede prescindir del subconsciente.
 
         Por ejemplo, si un hombre se vuelve plenamente consciente, no puede ser un ladrón.  Pero el hombre, tal como es, no es consciente en absoluto, por eso la sociedad ha de crear un sustituto en vez de la consciencia: debe introducir internamente la fuerte sugestión de que el robar es algo malo, pecaminoso, maligno, de que no has de ser un ladrón.  Esta idea se ha de introducir en lo más hondo del subconsciente de modo que cuando empiezas a pensar en robar, el subconsciente emerge y dice: “No, esto es pecado”, y te detienes.  Es un sustitutivo social para la consciencia, y a menos que el hombre alcance la consciencia, la sociedad no puede prescindir del subconsciente porque tiene que darte ciertas reglas.  A menos que seas tan consciente que no necesites reglas, el subconsciente habrá de ser mantenido.
 
         Por eso cada sociedad tiene que crear un subconsciente.  Y yo la llamo buena a esta sociedad, recuérdalo.  Digo que esta sociedad es buena si crea un subconsciente  del que se puede prescindir de él fácilmente, y llamo mala a una sociedad que crea un subconsciente tal que no se puede prescindir de él con facilidad, porque si no puede prescindirse de él se vuelve un obstáculo cuando intentas volverte consciente.  Y, realmente, no existe en la actualidad ninguna buena sociedad que te proporcione un sustituto del que puedas prescindir, un subconsciente del que puedas prescindir, que te proporcione un subconsciente que actúe como instrumento útil de forma que en el momento en que te vuelvas consciente, puedas desembarazarte de él.
 
         Para mí, la sociedad es buena y religiosa cuando te proporciona una inherente libertad sobre el subconsciente.  Pero ninguna sociedad te lo da; ninguna sociedad es verdaderamente religiosa.  Todas las sociedades son totalitarias, y toda sociedad considera tu mente de forma tal que te vuelves un autómata, y tú sigues creyendo, y engañándote a ti mismo, que tus pensamientos son tuyos.  ¡No lo son!  Incluso el mismo lenguaje que utiliza está contaminado, las palabras que usamos están contaminadas.  No podemos emplear una sola palabra sin que el subconsciente esté presente.  Llega de improviso.  La sociedad lo utiliza muy astutamente, y luego tus reacciones, tus reflejos, no son espontáneos.
 
         Pasas por una carretera y ves a lo lejos a una mujer saliendo de una tienda.  Tu mente comienza a percibir y decir que ella es hermosa, y de repente reconoces que la mujer es tu hermana.  Repentinamente, ahora, deja de ser una mujer por completo.  ¿Qué ha ocurrido?  La palabra “hermana” se ha introducido.  ¡Ahora ya no es una mujer en absoluto!  Y con la palabra “hermana” el subconsciente tiene muchas, muchas profundas asociaciones.  De repente algo ha ocurrido.  ¿Qué ha sucedido?  La mujer no es ya una mujer, porque la hermana no es una mujer.  ¿Cómo puede ser una hermana una mujer?  Nada ha cambiado exteriormente, pero una palabra se  ha entrometido.
 
         Entonces te das cuenta de que te engañó su vestido; ella no es tu hermana.  De nuevo algo emerge: ¡Ella no es tu hermana!  De nuevo se vuelve hermosa.  ¿Cómo puede ser hermosa una hermana?  Y cuando dices “hermosa” quiere decir que ahora estás sexualmente interesado.  Ella es ahora un objeto sexual potencial.  La posibilidad crece.
 
         Incluso las palabras que utilizamos soportan la carga del subconsciente.  Por eso en los hospitales utilizamos la palabra “hermana” para las enfermeras, tan sólo para que no puedan ser objetos de interés sexual.  De otro modo sería difícil para ellas y más aun para los pacientes.  Sin parar las enfermeras van de aquí para allá.  Si se convirtieran en objetos sexuales, la situación se haría muy difícil para los pacientes.  Por eso utilizamos un truco: las llamamos hermanas.  En el instante en que se vuelven hermanas, no son ya hermanas.  La propia palabra soporta una carga.
 
         Esta mente subconsciente está trabajando día y noche.  El trabajo de la mente es doble.  Una parte corresponde a tu mente consciente.  Se ocupa de cómo controlar el subconsciente conscientemente, sin descanso.  Luego, el subconsciente está controlando la mente consciente.  Está trabajando para controlar tus reacciones, tus acciones, tus reflejos, todo.  ¡Hagas lo que hagas ha de estar bajo control!  Esta es la presa que hace la sociedad sobre ti.  Estás moviéndote en manos de la sociedad.  Ningún valor es tuyo.  ¿Cómo puede serlo?  ¿Cómo puede un valor ser tuyo cuando no eres consciente en absoluto?  Sólo la consciencia puede proporcionarte valores auténticos, individuales.
 
         Todos estos valores son suministrados.  Si la sociedad es vegetariana, tienes valores vegetarianos.  Si la sociedad es no vegetariana, tienes valores no vegetarianos.  Si la sociedad cree en esto, tú eres un creyente de esto.  Si la sociedad no cree en ello, tú tampoco crees.  Pero tú no existes; sólo la sociedad existe.
 
         Este es un doble control: hay un control sobre tu mente consciente, sobre tu comportamiento.  Y hay otro control que es más profundo y más peligroso y ése es el control de tu naturaleza instintiva.  La primera parte es consciente, la segunda es subconsciente.  El subconsciente es creado por la sociedad.  Y la tercera parte es la instintiva, la cual es suministrada por la naturaleza biológica: eso que realmente eres biológicamente, eso con lo que has nacido.  Esa es la tercera parte, la más profunda: la naturaleza instintiva biológica.
 
         Esta segunda mente subconsciente controla el comportamiento exterior y también controla los instintos internos.  No se debe permitir que nada emerja desde tu naturaleza instintiva hasta la mente consciente, si la sociedad está en contra de ello.  No se debería permitir aflorar nada hasta tu consciencia. Por eso este subconsciente crea una gran barrera para la naturaleza instintiva.
 
         Por ejemplo, el sexo es un instinto, el más profundo, porque sin él la vida no existiría sobre la Tierra.  La vida depende del sexo.  No es fácilmente prescindible; obviamente no debe serlo, si no, la vida sería imposible.  De modo que tiene una poderosa influencia.  Pero la sociedad es anti-sexo; ha de ser así.  Cuanto más organizada está la sociedad, más anti-sexual se volverá porque si tu instinto sexual puede ser controlado, entonces todo puede ser controlado, y si tu instinto sexual no puede ser controlado, entonces nada puede ser controlado.  De modo que se vuelve un campo de batalla.
 
         Debes de ser consciente de que cuando una sociedad se vuelve sexualmente libre, esa sociedad no puede existir.  Es derrotada.  Cuando la sociedad griega se liberó sexualmente, la civilización griega tuvo que desaparecer.   Cuando la civilización romana se volvió sexualmente libre, tuvo que morir.  Ahora América no puede existir por más tiempo.  América ha comenzado a ser sexualmente libre.  En el instante en que una sociedad se vuelve sexualmente libre, el individuo deja de estar en sus garras.  No puedes obligarlo.
 
         En realidad, a menos que suprimas el sexo no puedes obligar a tus jóvenes a ir a la guerra.  Es imposible.  Puedes obligar a la juventud a ir a la guerra sólo si suprimes el sexo.  Por eso el slogan hippy es verdaderamente significativo: “¡Haz el amor, no la guerra!”.  Por eso la sociedad ha de suprimir el instinto más arraigado.  Una vez suprimido, nunca puedes rebelarte.  Muchas son las cosas que se han de entender sobre este tema.
 
         Los niños, cuando maduran sexualmente, comienzan a volverse rebeldes; nunca antes.  Cuando un chico alcanza la madurez comienza a rebelarse contra sus padres, nunca antes, pues con el sexo llega la individualidad.  Con el sexo uno se vuelve realmente un hombre; nunca antes.  Ahora puede ser independiente.  Ahora dispone de la energía inicial con él, porque puede perpetuarse, puede reproducirse.  Ahora es completo.
 
         A los catorce, un chico está completo, una chica está completa.  Pueden independizarse de sus padres, por eso la rebeldía comienza a tomar forma.  Si la sociedad ha de controlarlos, el sexo debe de ser suprimido.  Todos los instintos han de ser suprimidos porque no hemos sido todavía capaces de crear una sociedad en la que la libertad no esté contra todo, en la cual la libertad individual no se enfrente a todo.  ¡No hemos sido todavía capaces!
 
         Somos aún primitivos, sin civilizar, porque una sociedad se puede llamar civilizada y culta sólo cuando cada individuo alcanza todo su potencial, cuando no es ahogado.  Pero los políticos no lo tolerarían, las religiones no lo tolerarían, porque cuando le das absoluta libertad a la naturaleza instintiva, las iglesias y los templos y los denominados asuntos religiosos no pueden continuar. La religión estará ahí presente, más auténtica, pero las religiones no podrían subsistir, porque si eres incapaz de crear miedo, nadie acudiría a estas ceremonias religiosas.
 
         La gente acude debido al miedo y si suprimes sus instintos se vuelven temerosos, temerosos de ellos mismos.  Un niño siente por primera vez un temor existencial cuando su sexualidad es reprimida.  Se siente culpable.  Empieza a percibir que hay algo equivocado y comienza a sentir que”Nadie tiene esta maldad que yo llevo dentro.  Soy culpable”.  Tú creas la culpa y entonces puedes controlar.  El se siente inferior por dentro, asustado.  Este miedo es luego explotado por los líderes religiosos, por los líderes políticos porque todo lo que ellos desean es dominar.
 
         Puedes dominar sólo cuando la gente tiene miedo.  ¿Y cómo puedes crear este miedo?  Si los convences de algo que constantemente llevan en su interior es pecado, se volverán temerosos.  ¡Tendrán miedo!  El sexo siempre estará presente y se sentirán asustados, asustados de ellos mismos y culpables.  No podrán disfrutar de nada.  Toda su vida se convertirá en una frustración.  Irán buscando alguna ayuda, alguna guía, a alguien que los alivie de su responsabilidad, a alguien que les conduzca al cielo, a alguien que les proteja del infierno.
 
         Este tercer nivel instintivo es el inconsciente.  El subconsciente está controlado en todo momento, a cada momento.  Y controla de un modo tan fanático que lo destruye todo, o al menos lo distorsiona.  Nunca percibimos desde el tercer nivel lo que es el verdadero instinto.  ¡Nunca lo sentimos!  Todo es distorsionado.  Desde la mente subconsciente, la más reprimida, la más distorsionada, la más destruida, surgen todas las miserias.  Todas las desgracias, todas las paranoias, toda la esquizofrenia, todas las enfermedades mentales, provienen de este tercer nivel.
 
         Esas tres: consciente, subconsciente e inconsciente, son las tres clases de pensamientos.  Cuanto más profundo es el nivel de dónde surge un pensamiento, más irrelevante parece.   Por eso si escribes tus pensamientos tal como van surgiendo te parecerá que estás loco.  ¿Qué es lo que sucede en tu mente?  ¿Qué clase de ideas van surgiendo?  La mayoría son irrelevantes.  ¡No lo son!  Son relevantes, sólo que con eslabones perdidos, porque el subconsciente no permite que todo emerja.  Algo puede escaparse y alcanzar la mente; y las discontinuidades se hacen presentes.
 
         Por eso es lo que no comprendes tus sueños.  Porque incluso durante el sueño el subconsciente está alerta para no permitirlo todo, y el inconsciente debe de utilizar rutas simbólicas.  Tienes que cambiarlo todo para escapar a la censura del subconsciente.  Así que te va suministrando mensajes en forma simbólica, pictórica.
 
         Tu mente es inundada: primero con reacciones externas y reflejos que son algo natural; segundo, con pensamientos subconscientes que han sido producidos por la sociedad; y tercero, por la naturaleza instintiva que ha sido suprimida totalmente.  Esos tres inundan constantemente tu mente.  Y debido a esos estás constantemente oscilando; constantemente oscilando y en agitación.  No puedes ni dormir.  Los sueños siguen; eso implica que la mente continúa oscilando.  Veinticuatro horas al día, la mente es una locura que sigue en marcha, funcionando y funcionando.
 
         En este estado de cosas, ¿cómo puedes permanecer en calma?  ¿Cómo puedes alcanzar la postura, la mente sin oscilaciones?  ¿Cómo puedes lograrlo?  Y cuando el rishi dice que, “el saber sin oscilaciones es la postura”, la correcta postura, quiere decir que a menos que esas capas sean destruidas y sus contenidos liberados, nunca alcanzarás un estado de saber puro.  La mente no será limpiada; no alcanzarás la pureza de percepción.  ¿Qué hacer entonces?  ¿Qué hacer para alcanzar este saber sin oscilaciones?
 
         Tres cosas.  Una, siempre que vivas momento a momento, no permitas que tu subconsciente interfiera constantemente.  A veces, deja el subconsciente y vive en el ahora.  No siempre es necesario.  A veces es necesario.  Cuando conduces, se necesita del subconsciente, porque la habilidad de conducir forma parte del subconsciente.  Por eso puedes hablar y fumar y pensar mientras conduces.  El conducir no es un esfuerzo consciente.  Corre a cargo del subconsciente.  Por eso es bueno el utilizarlo siempre que se requiera, pero cuando no se necesita, abandónalo, déjalo de lado.  Sin dudar un instante, déjalo de lado y permanece en el ahora.
 
         Hay muchos momentos en que el subconsciente no es necesario, pero debido a un viejo hábito seguimos usándolo.  Has vuelto de la oficina y estás sentado en el jardín: ¿por qué tiene el subconsciente que estar ahí ahora?  Puedes escuchar a los pájaros tal y como los escuchabas cuando niño sin ningún subconsciente presente.  Relájate en estos momentos y permanece ahí cerca de la realidad.  No le permitas a tu subconsciente que entre.  ¡Déjalo de lado!  Juega con los niños y deja el subconsciente a un lado.
 
         Un padre que no es capaz de jugar con sus niños como sus iguales no es realmente un padre como toca, porque ninguna comunicación es posible a menos que te iguales a ellos.  Una madre no puede ser verdaderamente una madre a menos que se vuelva un niño con su hijo.  Entonces hay comunicación.  Ambos se vuelven iguales.  Entonces hay amistad.  Entonces aparece una diferente cualidad de amor.  En realidad, un niño nunca se siente independiente, libre, en libertad con sus padres, ¡nunca!  Empieza por primera vez a percibir la libertad cuando empieza a salir con sus amigos, no con sus padres.
 
         Así que recuerda constantemente que, en cuanto puedas relajar tu subconsciente, ¡relájalo!  No es necesario siempre.
 
         Hay muchas situaciones en las que no es necesario, pero tú no te relajas ni en tu cama.  Te vas a dormir y está trabajando.  Tienes ganas de dormir y no te deja.  Dice, “tengo mucho que hacer”.   Piensa y piensa, sigue funcionando.  Puedes apagar la luz, ¿Mmm?, eso significa que detienes la primera, la mente periférica.  Ahora sin luz no serás capaz de ver.  Puedes cerrar las puertas.  No habrá ruido ni sonidos.  Te has cerrado completamente a los estímulos exteriores.  Ello implica que no tienes necesidad de reaccionar; por eso la primera capa de la mente se relaja.
 
         Pero, ¿qué ocurre con la segunda capa?  Apagas la luz, cierras las puertas, cierras tus oídos, cierras tus ojos, pero sigue funcionando, porque nunca la has dejado que descanse.  Y, en verdad, un hombre no es el verdadero amo de su mente a menos que logre esto: que cuando quiera trabajar con su mente, trabaje; que cuando no quiera funcionar con la mente, que no funcione.  Y la segunda capacidad es la mayor.
 
         Me acuerdo de algo.  Lieh Tse fue interpelado por un emperador chino, “He oído muchos, muchos milagros obrados por un santo en particular.  He oído que puede caminar sobre el agua y que puede volar por el cielo, que la gravedad no le afecta y que es capaz de hacer aparecer cosas de la nada.  Por eso, Lieh Tse, te quiero preguntar, ¿puede tu Maestro Lao Tse obrar tales milagros?”.
 
         Lieh Tse dijo, “Sí, puede hacerlos.  Es capaz de hacer cualquier milagro”.
 
         Entonces el emperador le dijo, “Pero no he oído nunca que hiciera ninguno, ¿Por qué no los hace?”.
 
         Lieh Tse dijo, “El es también capaz de hacer un milagro aún mayor.  Es decir, es capaz de no hacerlo.  Es capaz de obrar milagros y es capaz de no hacerlos”.
 
         Y lo segundo es más difícil, porque el hacer un milagro es, desde luego, un poder.  Pero cuando tienes el poder, el no usarlo, es un poder aún mayor.  Es realmente imposible.  El segundo milagro es realmente imposible.  Y debido a este segundo milagro, Buda nunca obró milagro alguno, Mahavira nunca obró milagro alguno.  Debido a esta segunda capacidad.  ¡Qué es la mayor!
 
         Tú crees que un milagro es un milagro, pero si puedes permanecer en un estado sin pensamientos, éste es un milagro mayor aún.  Sólo requiere el romper con un viejo hábito.  Pero nunca lo has intentado.  Has usado tu subconsciente constantemente; tu mente subconsciente no recuerda que se le haya permitido no funcionar nunca.  Por eso lo primero es permitir a tu mente subconsciente que descanse a veces.  No la uses y pronto alcanzarás una mente con menos alteraciones.  Eres capaz de hacerlo y no es difícil.  Debes ser sólo consciente de tu funcionamiento subconsciente.  No lo permitas, relájate en ciertos momentos y dile a tu mente subconsciente: “¡Stop!”.
 
         Una cosa más has de recordar: nunca luches contra ella, sino nunca serás capaz de alcanzar esta ausencia de oscilación.  Nunca luches contra ella, porque cuando un amo empieza a luchar con su sirviente acepta su igualdad.  Cuando un amo comienza a luchar con un sirviente ha aceptado que el sirviente es el amo.  Por favor, recuérdalo: nunca luches contra la mente subconsciente, pues sino serás derrotado.  Tenlo como mandato: nunca luches.
 
         Y percibe la diferencia, lo que quiero decir cuando digo tómalo como mandato.  Tan sólo dile, “¡Stop!” y comienza a trabajar.  Nunca luches contra ella.  Esto es un mantra, y la mente empezará a seguirlo.  Tan sólo dile, “¡Stop!”.  Nada más ni nada menos.  Di, “¡Párate totalmente!” y empieza a comportarte como si la mente se hubiese detenido.  Y pronto serás capaz y te maravillarás de cómo la mente se detiene con sólo decirle “¡Stop!”  Es debido a que la mente carece de voluntad.
 
         Puede que hayas visto a alguien estando hipnotizado.  ¿Qué es lo que ocurre?  En estado hipnótico, el hipnotizador tan sólo va dando órdenes y el hipnotizado las sigue; el hombre las sigue.  ¡Ordenes absurdas!  Y el hombre empieza a obedecerlas, el hipnotizado las sigue. ¿Por qué?  Porque la mente consciente ha sido dormida y la mente subconsciente no tiene voluntad propia.  Dile algo y lo hará.
 
         Pero no nos damos cuenta de nuestras propias capacidades, por lo que en vez de ordenar, mendigamos o, como máximo, comenzamos a luchar.  Cuando luchas, estás dividido.  Empiezas a luchar contra ti mismo.  La mente subconsciente no tiene ninguna voluntad.  Por eso si quieres dejar de fumar, no lo intentes.  Tan sólo ordénaselo y detente.  Deja de intentarlo.  Si caes en la trampa de intentarlo, nunca vencerás porque has aceptado algo que no existe.  Tan sólo dile a la mente, “Me paro en este mismo instante”, y pronto te darás cuenta de que las cosas empiezan a suceder.  ¡Es natural!  No hay nada extraño en ello: es natural.  Una vez eres consciente de ello, eso es todo.  Tan sólo pon la mente subconsciente de lado y comienza a vivir momento a momento.
 
         Y lo segundo que tienes que hacer es esto: cuando seas capaz de dejar la mente de lado cuando algo exterior funcione como estímulo, prueba el otro sistema.  Cuando algún instinto emerja, pon la mente subconsciente de lado.  Será un poco difícil, pero cuando lo logres lo primero dejará de serlo.  Observa tan sólo que la sexualidad está emergiendo, que la ira está emergiendo y dile a la mente subconsciente, “¡Déjame encararlo directamente.  No te entrometas, déjame encararlo directamente!  No te necesito”.  Mándaselo a la mente y encara el instinto frente a frente. Una vez comiences a encarar directamente tus instintos te convertirás en el amo sin necesidad de control alguno.
 
         Cuando requieres de un control no eres en verdad el amo.  Un amo nunca necesita controlar.  Si dices, “Puedo controlar mi ira”, no eres el amo, porque una cosa controlada puede reventar en cualquier instante y tú permanecerás con un miedo constante de aquello que tienes bajo control.  Habrá una lucha constante.  En un momento de debilidad serás vencido.  Por eso, por favor, no controles.  ¡Sé el amo!  No controles.  Esas son dos dimensiones totalmente distintas.
 
         Cuando te digo sé el amo, esta maestría llega sólo cuando te enfrentas a tu propia naturaleza, a tu naturaleza biológica tal como es, en toda su pureza.  Me pregunto, ¿has contemplado nunca tu sexualidad en toda su pureza sin enseñanzas morales que se entrometan, sin los gurús y los mahatmas por en medio, sin tener en cuenta las escrituras?  ¿Has observado tus instintos sexuales en toda su pureza, en su apogeo?  Si los has contemplado, te convertirás en su amo.  Si no los has contemplado, permanecerás impedido y derrotado.  Y pruebes lo que pruebes para controlarlos, nunca serás capaz.  ¡Es imposible!
 
         El control es imposible.  El ser el amo es posible.  Pero ser el amo tiene un origen distinto.  Volverse el amo quiere decir saber, controlar quiere decir temer.  Cuando tienes miedo de algo, empiezas a controlar.  Cuando sabes algo, te vuelves el amo: no hay porque controlar.  Y el saber quiere decir enfrentarse directamente. Los instintos deben ser conocidos en toda su pureza.  Abandona el subconsciente porque es una perpetua fuente de problemas.  Siempre está distorsionando las cosas, nunca te permite ver las cosas como son.  Siempre coloca a loa sociedad por en medio y vez a las cosas a través de la sociedad, como no son.
 
         Y en realidad, este es el milagro de la mente subconsciente: que si ves las cosas a su través empiezan a ser tal como las ves.  La mente subconsciente puede imponerte cualquier coloración, cualquier formato.  Tan sólo déjala de lado; encara tu naturaleza biológica directamente.  ¡Es algo hermoso!  ¡Es algo maravilloso!  Encárala directamente.  ¡Es algo divino!  No permitas que ningún absurdo moralismo las distorsione.  Contémplala tal como es.
 
         La ciencia observa las cosas, y la base de su observación es que el observador no debe nunca entrometerse: debe permanecer como un observador.  Y sea lo que sea lo que se revele, debe ser permitido.  El observador no debe intervenir para alterar, destruir, distorsionar, modificar o colorear.  Un científico está trabajando en su laboratorio: incluso aunque emerja algo que destruya toda su conceptualización, toda su filosofía, no debe permitir que su mente intervenga.  Debe permitir que la verdad se revele tal como es.
 
         Lo mismo es válido para el trabajo interior, para la investigación interior: deja a tu naturaleza biológica que se revele a sí misma en toda su pureza.  Y una vez la conozcas, serás su amo, porque el conocimiento significa maestría, el saber significa poder.  Sólo la ignorancia es débil.  Y con el control, no hay conocimiento, porque todo el concepto de control es introducido por el subconsciente, por la sociedad.
 
         Por eso puedes hacer dos cosas con tu subconsciente: una, permitir que la facticidad de la Existencia externa llegue a ti directamente; y dos, permitir que la facticidad de la Existencia interna sea experimentada en toda su pureza, en toda su inocencia.  Entonces sucede un milagro.  Es un milagro y el milagro es éste: que el subconsciente y el inconsciente desaparecen.  Entonces la mente deja de estar dividida en tres.  Entonces la mente se vuelve una.  Esta unidad de mente, esta unidad indivisa, es lo que los Upanishads llaman “el saber”, porque ni tan sólo el que conoce está presente.  Cuando estas tres divisiones han desaparecido, cuando incluso esta división del conocedor no está ahí, entonces sólo permanece el conocimiento puro, solamente resta la sabiduría especular.
 
         Con este “saber”, tú tienes dos centros: uno, externo, en la periferia, dónde te unes con el universo; y otro, el interno donde de nuevo te unes con el universo.  Y este “saber” une a ambos, el interno y el externo.  El atma y el Brahma.
 
         Este puro “saber” carece de toda oscilación.  Este puro “saber” es la postura, la postura correcta, en la cual la iluminación sucede, la Realización sucede, en la cual te vuelves uno con la Verdad.  Esta es la puerta, pero ¿cómo alcanzarla?  No es simplemente una teoría, no es de ningún modo una afirmación teórica.  Es un procedimiento científico, es un proceso.  Haz algo para disolver las divisiones de la mente.  Y si quieres disolver la mente concéntrate en el subconsciente, en la porción media de la mente, que es la sociedad.  ¡Abandónala!
 
         Es, desde luego, necesario para un niño el que se críe en el seno de una sociedad.  ¡Es necesario!  Por eso el subconsciente es un mal necesario.  La sociedad ha de enseñarle muchas cosas, pero éstas no han de convertirse en grilletes.  Por eso es por lo que digo que una sociedad mejor, una sociedad mora, real, enseñaría, al mismo tiempo, como destruir este subconsciente.  Una sociedad mejor le proporcionaría a sus niños este subconsciente con una metodología consciente de cómo deshacerse de él y de cómo liberarse de él cuando no fuera necesario.
 
         Es necesario hasta el instante en que te vuelves consciente, cuando alcanzas un estado de mente consciente.  Hasta entonces es necesario.  Es como el bastón de un ciego.  Un bastón no puede sustituir los ojos; es un tantear en la oscuridad.  Pero un ciego lo necesita y es de ayuda.  Pero un ciego puede llegar a ser tan dependiente de su bastón que, cuando sus ojos se curen y comiencen a ver, no puede desprenderse de su bastón y siga tanteando.  Porque al ser el tantear más fácil cuando los ojos están cerrados, el puede permanecer con los ojos cerrados y continuar tanteando con su bastón.
 
         Este subconsciente es como el bastón de un ciego.  Un niño nace, pero no nace consciente.  La sociedad ha de suministrarle algo para que pueda moverse y tantear: algunos valores, algunos ideales, algunas ideas.  Pero éstas no deberían convertirse en los ojos.  Y lo que digo es: si dejas de lado las divisiones y creas más consciencia en ti, podrás ver; y al ver, ese bastón dejará de ser necesario.
 
         Son cosas relacionadas.  Si abandonas el subconsciente te volverás consciente; si te vuelves consciente, el subconsciente desparecerá.  Empieza por donde quieras.  Puedes comenzar por ser más consciente y entonces el subconsciente desaparecerá.  ¿Mmm?  Este es un proceso samkhya, ésta es una metodología samkhya: sé consciente y, poco a poco, el subconsciente desaparecerá.  El proceso del yoga es un segundo camino, el otro contrario: deshazte del subconsciente y te volverás más consciente.  Ambos están relacionados.
 
         Empieces por dónde empieces lo importante es empezar.  Empieza desde donde quieras, siendo más consciente u obsesionándote menos con el subconsciente.  Y cuando esas divisiones desparezcan, adquirirás un “saber” puro.  Este puro “saber” es la postura.  Con este puro “saber”, con este “saber” sin oscilaciones, tu cuerpo alcanzará una quietud que desconoces.
 
         No somos conscientes; por eso es por lo que desconocemos lo perturbados que estamos en nuestros cuerpos.  No puedes sentarte en quietud y si tratas de sentarte en quietud por primera vez te darás cuenta de los sutiles movimientos del cuerpo: la pierna comenzará a decirte algo, la mano empezará a decir algo, el cuello empezará a decir algo, cada parte del cuerpo comenzará a suministrarte información.  ¿Por qué?  No es que cuando estás sentado en quietud el cuerpo se empiece a mover, se está moviendo a cada instante.  Es porque estás ocupado en otras cosas que no te das cuenta.  Hay sutiles movimientos constantemente: tu cuerpo se está moviendo constantemente.  Este constante oscilar no se debe en realidad a tu cuerpo.  Pertenece a tu mente.  El cuerpo sólo lo refleja.  No puedes ni tan siquiera dormir en una postura inmóvil.  Durante toda la noche te estás moviendo de aquí para  allá, moviéndote y moviéndote y moviéndote.
 
         Disponemos ahora de fotos procedentes de algunos laboratorios americanos del sueño.  Han tomado fotos, han rodado películas; películas de gente durmiendo.  Si pudieras ver tu propia película, cuanto te mueves durante la noche, verías que durante toda la noche estás alterado.  Y a través de tus movimientos corporales puedes determinar lo mucho que está ocurriendo por dentro.  ¡Y pasan tantas cosas!  Hay tantos gestos faciales, tantos gestos con las manos, con los dedos, con todo el cuerpo.  Esto demuestra cuánto debe de suceder por dentro, dentro debe de haber un loco pues si no, estos gestos son algo imposible.  Pero nunca eres consciente de lo que te sucede.  ¡Nadie se da cuenta!  Todos están dormidos; nadie es consciente.  Por eso no sabes lo que estás haciendo con tu cuerpo cuando estás dormido.  Y este hacer es debido a la mente.  Una mente alterada es reflejada por el cuerpo.
 
         Un Buda se sienta como una estatua.  No es que fuerce al cuerpo a permanecer quieto.  La mente está quieta y el cuerpo no tiene que reflejar nada porque no hay nada que reflejar.
 
         Una vez Buda permaneció en las afueras de una ciudad con sus diez mil monjes.  El rey se sintió interesado.  Alguien le dijo, “Habéis de ir a ver a este hombre”. El nombre del rey era Ajata Shatru. El nombre significa “alguien cuyo enemigo no ha nacido”.  ¿Mmm?  Ajata Shatru significa uno que no tiene enemigos en el mundo.  Ningún enemigo nacido, ni ninguno por nacer.  Pero este Ajata Shatru sentía mucho miedo de los enemigos.  Se interesó porque mucha gente le dijo, “¡Debéis ir!  Es algo extraño, ese hombre es algo extraño.  ¡Id a verlo!”. Por eso fue.
 
         Llegó a la arboleda, al jardín.  Estaba oscureciendo.  Les pidió a sus cortesanos, “Decís que está con diez mil monjes, pero no se oye ni un ruido.  ¿Me estáis engañando?”.  Desenvainó su espada.  Pensaba que allí había algo raro, que lo habían traído a ese bosque para que alguien lo matara.  “¿Decís que diez mil monjes están tras esos árboles?  ¡Y no se oye, ni un solo ruido!”.  El bosque está en absoluto silencio y Ajata Shatru dice, “He estado en este bosque infinidad de veces y nunca ha estado tan silencioso.  Ni cuando no había nadie estaba tan silencioso.  ¡Incluso los pájaros están callados!  ¿Queréis engañarme?”.
 
         Ellos le dijeron, “No os asustéis.  El está aquí, por eso es por lo que el bosque está tan silencioso.  Incluso los pájaros están callados.  ¡Venid!”.
 
         Pero él empuña su espada.  Está asustado y temblando.  Cuando llega al bosque, Buda está sentado bajo un árbol y diez mil monjes están también sentados bajo los árboles; todos como estatuas.  El le pregunta a Buda, “¿Qué es lo que les ha pasado a todos esos?  ¿Están muertos?  Me he asustado.  Parecen como fantasmas.  Ninguno se mueve; no mueven ni tan siquiera los ojos.  ¿Qué les ha pasado?”.
         Buda le dice, “A estos les ha ocurrido algo increíble.  Ahora no están locos”.
 
         A menos que uno pueda permanecer en un silencio así, nunca podrá percibir lo que la Existencia significa, lo que la vida significa, cuál es su dicha, su bendición.  Sólo en un silencio así desciende la vida.  Te vuelves consciente de la música, del néctar.  Empiezas a percibirlo, pero sólo en silencio.  Y ese silencio se da sólo cuando no oscilas.  Si oscilas, si la mente oscila y se agita por dentro, no puedes percibir este silencio.
 
         No puedes alcanzar el silencio directamente: tienes que alcanzar la ausencia de oscilaciones; luego el silencio llega como una sombra.  Si no hay oscilaciones, el silencio llega.  Por eso Buda dice, “A esos les ha ocurrido algo increíble.  Ahora no están locos.  Se han vuelto silenciosos y ahora son uno con estos árboles, con esta tierra, con este cielo”.  Porque tú puedes permanecer dividido sólo por causa del ruido.  El silencio nunca divide; el silencio te une.
 
         Por ejemplo, si estamos sentados aquí y todos se vuelven tan silenciosos que ni un solo pensamiento aparece, que ni una sola onda está presente en la mente, todos en silencio, totalmente silenciosos, ¿cómo te podrás diferenciar de los demás?  ¿Serás acaso distinto de tu vecino?  ¿Cómo puedes ser diferente?  El sentimiento de ser diferente es un pensamiento.  ¿Quiero decir que te sentirás uno con ellos?  No, porque el sentimiento de unidad es un pensamiento.  Simplemente serás uno, no un sentimiento.  En realidad no habrá nadie, sólo silencio.
 
         Por eso Buda dice, “Ahora son uno con los árboles, con la tierra, con el cielo.  En realidad no están aquí.  Sólo el silencio prevalece y por eso es por lo que hasta los pájaros se han contagiado”.  ¡Diez mil personas en un silencio tal que no los árboles ni los pájaros se han dado cuenta!  Lo han sentido: el silencio se ha vuelto contagioso.  “Estás en lo cierto, Ajata Shatru”, dice Buda, “puede que hayas pasado por esta arboleda muchas veces y nunca haya estado tan silenciosa.  Nunca volverá a estarlo porque, por primera vez, el silencio está presente en diez mil mentes”.  De modo que el silencio se ha multiplicado por mil y todo se halla afectado.  Incluso los árboles temen moverse.  Incluso los pájaros temen agitarse, hacer ruido.  Es el atardecer, están regresando y cuando los pájaros regresan crean gran alboroto. Pero no se oye nada.
 
         Cuando comienzas a volverte silencioso empiezas a estar en profunda comunión con la Existencia.  Pensamientos y pensamientos son ruidos.  Ondas y ondas son pensamientos y oscilaciones interiores.  Crean una barrera, obstaculizan.  Te hacen solitario.  Empiezas a sentirte solo en todo el universo y esta soledad crea desorientación.  Cuanto más solitario eres, más percibes la carencia de sentido, la futilidad, la inutilidad y empiezas a llenarte con más ruido.  Con la radio, con la televisión, con cualquier cosa tratas de llenarte, de estar ocupado.  Vas de aquí para allá, de este club a este otro.  ¡Sin parar!  No dejas resquicio alguno en el que puedas ser consciente de tu soledad.  De modo que toda esta vida se vuelve un correr de un sitio a otro.  Esto es una locura y toda la Tierra se ha vuelto un manicomio.
 
         Alcanza pues esta postura, y no comiences por el cuerpo.  Empieza con la mente subconsciente y luego tu cuerpo reflejará lo que pasa por dentro.  Incluso ahora está reflejando lo que sucede por dentro.  El cuerpo es un espejo, es transparente.  Los que tienen ojos, saben que el cuerpo es transparente. Tú entras aquí y yo sé lo que te pasa por dentro, porque no puedes venir con mostrarlo.  Me miras y yo sé lo que está sucediendo dentro de tus ojos, porque ¿cómo puedes levantar la vista sin expresar lo que está dentro?  ¡Está siendo revelado a cada instante!
 
         Cada instante es una indicación.  Está relacionado; nada es irrelevante.  Tu cuerpo lo está mostrando a cada instante, pero desconoces el lenguaje del cuerpo.  El cuerpo posee un lenguaje propio y lo muestra todo.  No puedes engañar.  Puedes engañar con tu lenguaje, pero no con tu cuerpo, ¡no con tu cuerpo!  Puedes sonreír, pero tus labios revelarán que no hay una sonrisa por dentro.  Puedes mostrar algo con tu cara, puedes intentarlo, pero aún así el rostro mostrará indicios de que es falso.
 
         Este cuerpo está suministrando información a cada instante.  No puedes cambiarlo.  Puedes intentarlo, pero no lo cambiarás.  E incluso si tienes éxito intentando cambiar tu cuerpo, tendrás éxito sólo al engañar a los demás, no a ti mismo, porque lo interior no puede cambiar cambiando lo exterior.  No es esencial.  Puedes acabar con un árbol cortándole la raíz, pero no cortándole las hojas.  Si cortas las hojas, nuevas hojas brotarán de nuevo y una hoja será reemplazada por otras dos.  Corta dos y cuatro saldrán en su lugar.  El árbol se vengará; las raíces se vengarán.  Dirán, “Tú cortas una hoja, nosotros pondremos dos.  Podemos suministrarlas incesantemente, indefinidamente”.
 
         No te preocupes pues por las hojas.  Y el cuerpo tiene sólo hojas.  Las raíces están ocultas en su profundidad.  Corta las raíces y las hojas se marchitarán solas.  Cuando no haya raíces que alimenten, las hojas caerán por sí solas.  Tu cuerpo cambiará.  Cambia la mente y el cuerpo cambiará.  ¡La mente es la raíz!
 
         Alcanza el estado del saber sin oscilaciones y la puerta se abrirá y serás capaz de tener un vislumbre en lo desconocido.  Lo desconocido no está muy lejos: sólo eres tú que estás cerrado.  Lo desconocido está aquí, pero tú te estás alejando.  Lo desconocido está aquí, pero tienes tanta prisa y vas tan rápido que no puedes ni mirarlo.
         ¡Cálmate!  No quiero decir que calmes tu cuerpo: deja que tu mente, tu consciencia, se aquiete y de repente te darás cuenta de algo que siempre ha estado ahí.  Lo has estado buscando, buscando y buscando, vidas y vidas en pos de ello, y estaba ahí.  Está tan cerca que es por esto que no lo has visto.  Está justo a la vuelta de la esquina y lo has buscado por todo excepto en el lugar dónde estás.
         La ausencia de oscilación te revelará el aquí y el ahora.  Este estar conscientemente quieto te revela la Presencia que está aquí.
 
Compartido por:
sol monasterio olgasol16@yahoo.com

No hay comentarios.: